29 de marzo de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

La crisis política del Mercosur

 

La máxima representación política y legal del Mercosur es la presidencia rotativa pro tempore del organismo, que es ejercida durante un periodo de seis meses por cada uno de los jefes de Estado de los países miembro, en virtud del orden alfabético de éstos últimos.

El 29 de julio, el presidente uruguayo Tabaré Vázquez debía entregar el cargo a su par de Venezuela, Nicolás Maduro. Sin embargo, el traspaso de mando supuso la oposición de tres de los miembros del bloque: Brasil, Argentina y Paraguay. Con el argumento de que que la crisis política, económica y social que atraviesa Venezuela, con especial hincapié en la existencia de presos por motivos políticos, los gobiernos de los tres países impugnaron la rotación de la presidencia del bloque y le pidieron al mandatario uruguayo que retuviera el cargo. Sin embargo, Tabaré se ciñó al pié de la letra a las reglas del Mercosur y dio por concluido su mandato. Nicolás Maduro, mediante una nota, asumió la presidencia del bloque, ignorando la impugnación de tres miembros del bloque.

Los presidentes de Brasil, Argentina y Paraguay decidieron entonces intentar “saltear” la presidencia pro tempore de Venezuela para que Mauricio Macri pudiera asumir en lugar de Maduro. La reacción del gobierno venezolano no se hizo esperar y el presidente acusó a los tres mandatarios en cuestión de perpetrar un complot en su contra, recreando la “Triple Alianza” en referencia a la guerra que desangró a Sudamérica en la segunda mitad del siglo XIX. También los acusó de llevar adelante un “Plan Cóndor”, en alusión al plan orquestado por los gobiernos de facto sudamericanos para reprimir por cualquier medio a los distintos grupos insurgentes durante las décadas de los años ’70 y ’80 del siglo pasado.

Ruido a roto

En sus 25 años de vida el Mercosur atravesó diversas crisis, principalmente económicas. Algunas llevaron al bloque a cierta inmovilidad que en el último tiempo intentó superarse. El impulso que Brasil quería darle a un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE), se encontró repetidas veces con el desacuerdo del gobierno argentino anterior. La llegada de Mauricio Macri a la presidencia le dio una nueva dinámica a ese proceso, pero se encontró con las trabas de la crisis política brasileña, el reemplazo de Dilma Rousseff por Michel Temer de manera -por ahora- interina y la posición del gobierno venezolano, que se encuentra solo y aislado desde que cambiaron los gobiernos en Argentina y de Brasil.

Entre Venezuela y Paraguay existe un contrapunto irresuelto desde que se le aplicó a ese último país la cláusula democrática del Mercosur con motivo de la expulsión de Fernando Lugo de la presidencia en 2012. En aquel momento, se le retiró a Paraguay el derecho a voto en el bloque, impulsado por gobiernos progresistas de Venezuela, Brasil y Argentina. Lugo comulgaba especialmente con Hugo Chávez.

Esta crisis política, que profundiza la crisis económica preexistente, es para muchos la más grave hasta el momento e incluso, es entendida por algunos analistas como una posibilidad real de ruptura del bloque regional.

Todos tienen sus motivaciones. Nicolás Maduro anunció que su gobierno no es capaz de cumplir con 102 de las normas requeridas por el Mercosur. Eso le dio lugar a sus detractores para que impulsaran la idea de que la rotación de la presidencia debía saltear a Venezuela. También es cierto que todos los requisitos de la membresía plena del bloque se le informaron a Venezuela al momento de su ingreso en 2012.

El gobierno venezolano enfrenta un panorama interno crítico, signado por la caída de los precios internacionales del petróleo -su principal exportación- la alta inflación y problemas de suministro en el mercado interno. Se le agrega la crisis política y el intento de la oposición de llevar adelante un referéndum revocatorio del mandato del presidente. Los gobiernos argentino, brasileño y paraguayo sostienen que la acumulación de estas situaciones, pone a Venezuela en unas situación de “vacío de poder” y que, por esos motivos, no está en condiciones de asumir la presidencia pro tempore del Mercosur.

Por su parte, hay que señalar que Mauricio Macri y su par de Paraguay, Horacio Cartés, sintonizaron desde el comienzo. El trío se completó con Michel Temer, quien -todo parece indicar- se quedará con la presidencia de Brasil en forma definitiva hasta el 31 de diciembre de 2018, dato que se confirmará en los primeros días de septiembre con la decisión final del senado en el juicio político que se le lleva adelante a Dilma Rousseff. El objetivo de los tres mandatarios es acelerar el acuerdo entre el Mercosur y la UE, en momentos los cuales sus economías retroceden. Además, Macri está urgido por afianzar el liderazgo regional al que aspira, que fue respaldado la semana pasada mediante la visita del Secretario de Estado norteamericano John Kerry, y por su intención de acercar al Mercosur con la Alianza del Pacífico, provocando un viraje sudamericano hacia el Océano Pacífico, ámbito en el cual confluyen los circuitos comerciales más importantes del mundo.

Sólo el gobierno uruguayo aparece como respetuoso de la institucionalidad del bloque. De hecho, resistió las presiones de los gobiernos de Brasil, Argentina y Paraguay, al tiempo que evitó sumarse a la retórica bolivariana. El gobierno de la izquierda uruguaya enfrenta un ajuste que intenta implementar de manera tal de no renegar de sus principios, preocupado por que las medidas tengan el menor impacto social posible. Es también el único socio del bloque que respeta a rajatabla las normas y las instituciones sin perder de vista su conveniencia económica.

¿Existe posibilidad real de una ruptura del Mercosur? Parece difícil. Más allá de las divergencias, el bloque constituye una potencia económica y comercial, cuenta con un Producto Bruto Interno de 4 y medio billones de dólares, lo que representa más del 82 por ciento del PBI total de toda Sudamérica. Su territorio se extiende sobre casi 13 millones de kilómetros cuadrados y cuenta con más de 275 millones de habitantes, es decir que siete de cada diez sudamericanos son ciudadanos del Mercosur. Además, se trata del área económica y la plataforma industrial más dinámica, competitiva y desarrollada de todo el hemisferio sur del planeta. Es el cuarto bloque económico del mundo en importancia y volumen de negocios, y la quinta economía mundial, si se considera el PBI nominal producido por todo el bloque. Por último, el Mercosur conlleva una relevancia geopolítica fundamental para Sudamérica, dado que Argentina y Brasil son miembros del exclusivo G-20.

En este contexto, es difícil pensar en una ruptura definitiva del Mercosur, aunque no sería ilógico pensar en una redefinición de la institucionalidad del bloque.

Lo que viene

La semana pasada hubo una reunión de coordinadores del Mercosur en Montevideo sin que se anunciara un acuerdo para sacarlo de la parálisis en la que se encuentra producto de la oposición de los gobiernos de Brasil, Argentina y Paraguay a reconocer el ejercicio de la presidencia pro tempore por parte del gobierno venezolano.

Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro actuarán durante su transcurso diluyendo buena parte de la información en torno al conflicto. No obstante ello, fueron marco del encuentro entre los presidentes argentino, brasileño y paraguayo. Independientemente de los acuerdos entre ellos, no puede sustraerse de la consideración la postura venezolana y uruguaya.

La crisis promete no resolverse rápidamente, a menos que Venezuela sea acorralada y apartada.

En el trasfondo hay una pugna de poderes y es allí donde quedan expuestas las profundas asimetrías en el seno del bloque. Así como en la UE el poder lo ejercen verdaderamente Alemania y Francia, en el Mercosur lo ejercen Brasil y Argentina. En ambos países se produjeron cambios de gobierno, de postura ideológica y, por lo tanto, de estrategia. Paraguay se plegó a los poderosos. Venezuela está cada vez más aislada. Sólo a Uruguay parece importarle hacer lo correcto.

*Mariano G. Yakimavicius

Licenciado & Profesor en Ciencia Política
Especialista en Gestión Estratégica de Organizaciones Públicas

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