19 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Respuesta a los argentinos desmalvinizadores

Por Federico Gastón Addisi *

 

Hace unos años un grupo de “intelectuales” (Jorge Lanata, Juan José Sebreli, Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay y Beatriz Sarlo), miembros de la intelligentsia vernácula y conocidos desmalvinizadores, nos sorprendían con un documento de neto corte anglófilo: “Malvinas una visión alternativa”. Ante el repudio general que el mismo generó los afamados pensadores se batieron en retirada pero quedó cubriendo la misma el reciente Premio a la “Cultura” por el Diario Clarín, el historiador Luis Alberto Romero que insistió en el presente año con los mismos argumentos.

Creemos entonces oportuno dar nuestra respuesta.

En el documento dado a conocer el 23/2/12; precisamente a poco de conmemorarse los 30 años de la recuperación de las Islas Malvinas por nuestro país, este grupo de compatriotas no dudan en calificar de “aventura militar” a la Gesta de Malvinas. A nuestro entender, esta categorización es faltarle el respeto a todos quienes  murieron en la contienda, y sobre todo, olvidar que la Guerra del Atlántico Sur  no es otra cosa que la continuación de la guerra inconclusa con Gran Bretaña que comenzó en 1806-1807, tuvo su continuación con la usurpación de Malvinas en 1833 y en 1845 en la Guerra del Paraná donde tuvo lugar la Batalla de la Vuelta de Obligado. En 1982, Argentina hizo uso de la fuerza en defensa de sus derechos y de sus ciudadanos agredidos en las Georgias. Ninguna revisión puede excluir del análisis estos datos incontrastables de la realidad histórico-política de la Argentina sin caer en una simplificación que roza la ignorancia, o peor aún, la connivencia con  nuestro enemigo histórico que no es otro que el Reino Unido de Gran Bretaña. Lo expuesto justifica el uso de la fuerza por parte de la Argentina el 2 de abril de 1982. Por otra parte los hechos indican que  no se ocasionó víctimas fatales ni a los isleños ni tampoco a los ingleses. Pero sí a los argentinos. Paradojas “del uso de la fuerza”.

Pero si lo expuesto no alcanza, visto lo propenso de estos intelectuales a las posiciones inglesas citaremos qué decían los altos mandos británicos sobre el conflicto de Malvinas: dijo John Nott (Ministro de Defensa de Gran Bretaña, ante la partida de la Fuerza de Tareas): «No estoy seguro de ganar ninguna batalla, pero tenemos que detenerlos [a los argentinos] antes de que cunda el ejemplo entre otros gobiernos» (Armando Alonso Piñeiro: Historia de la Guerra de Malvinas, Ed. Planeta, Buenos Aires, 1992, p. 51). Sobre las capacidades militares de los beligerantes el Brigadier Julian Thompson expresó (Comandante de los Royal Marines): “Si hubieran esperado un poco es probable que no hubiéramos sido capaces de responder del modo en que lo hicimos”. “Diario Times de Inglaterra, 10/6/82: “Fuertes bajas pueden retrasar el ataque a Puerto Stanley (…) tal es la magnitud del desastre, de acuerdo a algunas fuentes”. (OLIVA, Enrique, Malvinas desde Londres, Ciudad Argentina, Buenos Aires-Madrid, 2002, p. 721) Más contundente, decía el Almirante Sandy Woodward (Comandante de la Task Force): “Estallaron menos bombas de las esperadas, casi la mitad, si hubieran explotado nos hubieran derrotado. Si las espoletas de las bombas hubiesen sido correctamente armadas, no me cabe ninguna duda de que hubiésemos perdido. Hubiésemos perdido el doble de buques de guerra, anfibios y mercantes. Considere seriamente la posibilidad de llamar a casa para decir que habíamos perdido. La situación parecía indicar que estábamos fuera de juego, en algún momento hay que pensar en terminar con todo”. Y dos testimonios más que grafican que Malvinas no fue “una aventura militar” (ya lo demostraba el libro inglés “No picnic”, que nuestros desmalvinizadores parecen desconocer): El Almirante Sandy Woodward (Comandante de la Task Force): “El 14 de junio escribí estas palabras en mi diario: <Si los argentinos soplaran sobre nosotros, nos derrumbaríamos>”. Y el Diario Daily Mirror de Inglaterra, 18/6/82: “Sólo a un paso de una pesadilla naval (…) Expertos de defensa van camino a Malvinas para investigar los secretos más guardados de la campaña, porque ahora que la batalla ha terminado se puede revelar que Gran Bretaña estuvo cerca de un desastre militar”. (OLIVA, Enrique, Malvinas desde Londres, Ciudad Argentina, Buenos Aires-Madrid, 2002, p. 812-13). Pruebas de lo difícil que fue para Inglaterra la guerra con Argentina. Y prueba de que las “quinta columnas” siempre son peor que un enemigo que pelea de frente.

Otra vez caemos en los burdos argumentos perimidos de la desmalvinización al calificar “como víctimas directas a los conscriptos combatientes”, versión cercana a la humillante y precursora visión de “los chicos de la guerra”. Quienes combatieron en Malvinas no fueron chicos, ni sólo conscriptos, ni pobres víctimas. Fueron hombres, soldados conscriptos, oficiales y suboficiales de  carrera que fueron a defender el suelo patrio. Con este tipo de afirmaciones están violando la ley 24.810 que establece: “Artículo 1º.- Incorpórase como inciso f) del artículo 17 de la Ley 17.671 el siguiente inciso: f) Registrar a solicitud del ciudadano que acredite la calidad de excombatiente de la guerra de Malvinas la Leyenda: «Excombatiente, héroe de la guerra de las Islas Malvinas».

Creer que la cuestión Malvinas tiene “escasa relación con los grandes problemas políticos, sociales y económicos que nos aquejan”, es desconocer principios esenciales de geopolítica y economía,  entre otras materias. ¿Se desconoce la implicancia de la posesión de Malvinas en manos británicas sobre la proyección antártica? ¿Se ignora que la Antártida es reserva natural de agua, minerales y otros recursos que Inglaterra puede reclamar como propios? ¿No se tiene dimensión de las pérdidas y la depredación que sufre Argentina en su mar territorial por las concesiones pesqueras que hace el Reino Unido en Malvinas? ¿No se tiene idea que las adyacencias de Malvinas están siendo exploradas por sus reservas de hidrocarburos? Finalmente: ¿No se han percatado del paso estratégico bioceánico que dominan las Islas? ¿No es una amenaza para la seguridad continental Argentina la base militar de Inglaterra emplazada en Malvinas?

En lo que parece ser el nudo gordiano de “estos visionarios”, llegamos al núcleo de su pensamiento: la idea de autodeterminación. Y es justamente aquí donde cometen la mayor parte de anacronismos, errores históricos y jurídicos. Lamentamos que un compilado repleto de errores elementales, que bien podría refutar un estudiante de abogacía de primer año, reciba un tratamiento que le mereció la publicación en los principales matutinos del país. Sostienen que “La República Argentina ha sido fundada sobre el principio de autodeterminación de los pueblos y para todos los hombres del mundo. Como país cuyos antecedentes incluyen la conquista española, nuestra propia construcción como nación es tan imposible de desligar de episodios de ocupación colonial como la de Malvinas”. Si bien este disparate no merecería contestación (y menos mal que se encuentra entre los firmantes del documento el Sr. Romero, benemérito erudito en materia historiográfica) no resistimos la tentación de refutar.

No existe la autodeterminación de los kelpers, porque la misma rige para aquellos pueblos nativos que son ocupados o dominados por una potencia extranjera. Y primeramente -anoticiamos a “nuestros” intelectuales-: los kelpers son ciudadanos británicos desde 1983, año en el que Margaret Tatcher les otorgó plena ciudadanía. Por eso debe negociarse con Inglaterra porque la población de las islas no son un estado, al contrario, son parte del Reino Unido. Pero más aún. Si los kelpers no fueran británicos y pretendieran ser reconocidos como pueblo, esta pretensión sería imposible por representar ellos una población implantada por la fuerza en 1833, por una potencia colonial, en detrimento de la soberanía argentina y su población que habitaba legalmente las islas. Por último, equiparar la situación de Argentina (en aquellos tiempos Virreinato del Río de la Plata) cuando provincia –no colonia- española, con la  de los kelpers es grotesco. Nos explicaremos. El concepto de “autodeterminación de los pueblos” aparece en el Derecho Internacional a partir de la creación de las Naciones Unidas (ONU) el 26 de junio de 1945. Por eso constituye un disparate jurídico y un anacronismo histórico decir que Argentina fue fundada sobre este principio. El proceso político que dio origen a nuestro país fue el siguiente. Habiendo caducado el Gobierno Soberano de España al ser tomado Fernando VII prisionero de Napoleón, habiéndose disuelto la Junta de Sevilla y sin haber sido designado un Regente, el poder quedaba vacante y se revertía sobre el pueblo de Buenos Aires que podía en estas especiales condiciones darse un gobierno. Se trataba de la conocida “doctrina suareciana de reversión del poder”. Dicho proceso, que llamaremos con precisión, de emancipación, tuvo lugar durante la semana de mayo, consagrándose el día 25. A esa emancipación hubo que trabajarla para que recién 6 años después, en 1816, se diera un paso más en la formación política de nuestra Patria, con la declaración de independencia. Nada de esto tiene que ver con la autodeterminación.

Es necesario, para afianzar el ser nacional, combatir la literatura lacrimógena de la desmalvinización que tenía su punta de lanza ya en 1983 en el ideólogo Alain Rouquié que señalaba: “Quienes no quieren que las Fuerzas Armadas vuelvan al poder, tienen que dedicarse a desmalvinizar (…) Porque para los militares Malvinas serán siempre la oportunidad de recordar su existencia (…) y harán saber que ellos tuvieron una función evidente y manifiesta que es la defensa de la soberanía nacional”. Contra esta versión, decían los veteranos de guerra en el Encuentro organizado el día 6 y 7 de diciembre de 2005 por la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas y la Comisión de Veteranos de Guerra del Banco Nación, entre otras entidades: “Se pretendió; siguiendo los consejos del politólogo francés Alain Rouquié, reducir la recuperación de Malvinas a una aventura de la dictadura militar, olvidando, que el conflicto viene del fondo de la historia argentina, omitiendo el protagonismo popular y negando nuestra razón y la justicia de nuestro reclamo. Se ocultó a los combatientes y se los redujo a “chicos de la guerra”, una minoría sociológica sólo digna de lástima”.

Insistiremos también en el remanido y erróneo (pero no inocentemente) concepto de “invasión”, para calificar la recuperación de las islas por Argentina del 2 de abril de 1982. Se trata de un grueso error jurídico, en lo atinente al Derecho Civil, puntualmente en lo que hace al derecho de propiedad. ¿En qué libro de derecho civil o derecho internacional se contempla el concepto de “invasión” de algo que es propio? Pues siendo las Malvinas parte del territorio nacional, usurpado por la fuerza de un país imperialista y colonialista en 1833; lo que aconteció el 2 de abril de 1982 fue una recuperación, o mejor aún, una restauración de la posesión de las islas de la que Argentina fue privada por Inglaterra.

Para el final, el “broche de oro del cipayismo”. Cambiar la conmemoración del 2 de abril para el 14 de Junio (día de la rendición Argentina) en lo que sería el “dia del arrepentimiento”…Mal puede arrepentirse nuestra Nación de una acción justa, llevada a cabo sin producir daños al enemigo, después de más de 100 años de reclamos desoídos, y que constituye para la justicia Argentina una acto de legítima defensa. Por todo ello rogamos que redoblemos nuestro corazón malvinero que nos nutre de conciencia nacional al recordar a nuestros héroes, y nos señala claramente que Argentina jamás podrá realizarse como Nación mientras una potencia Imperial usurpe parte de su territorio.

* FEDERICO GASTON ADDISI es dirigente justicialista (historiador y escritor), director de Cultura de la Fundación Rucci en CGT, miembro del Instituto de Revisionismo Historico J. M. de Rosas, miembro del Instituto de Filosofía INFIP, diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y diplomado en Relaciones Internaciones (UAI).

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