28 de marzo de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Un siglo después

La diputada Alcira Argumedo (Proyecto Sur) escribió una columna en la que recuerda el desastroso impacto de la instalación de La Forestal en 1906 y advierte sobre la actualidad de los campos de soja y las minas a cielo abierto

The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited -tristemente conocida como La Forestal– fue la empresa inglesa instalada en Santa Fe en 1906 y durante los sesenta años siguientes devastó más de 2.000.000 de hectáreas -cien veces la ciudad de Buenos Aires- del bosque de quebracho más importante del planeta, situado en el norte de esa provincia, sur de Chaco y noreste de Santiago del Estero: exportaba postes, durmientes para ferrocarriles, rollizos y tanino. La historia comienza en 1874 -como tantas historias del coloniaje- con un préstamo de 180.000 libras esterlinas otorgado por la firma británica Murrieta&Company a Santa Fe. Lucas González, ex Ministro de Hacienda de los presidentes Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda, fue apoderado de los prestamistas y después será representante del gobierno santafesino, al saldar esa deuda con sus antiguos patrones. En un símil de las privatizaciones de los años noventa del siglo XX, en 1880 la deuda se pagó con la entrega de 1.500.000 hectáreas de tierras fiscales: las extensiones cubiertas por el bosque de quebracho. Además, la empresa compra tierras circundantes a precio vil y recibía subsidios de la nación y las provincias, gracias a los sobornos pagados a los gobiernos de turno. La generosidad se justifica, ya que los funcionarios eran baratos: según el balance de 1916, cada año gira a Inglaterra 9.000.000 de pesos moneda nacional y paga al país 300.000 pesos en todo carácter.

La Forestal tenía su bandera, sus ciudades, puertos y ferrocarriles, moneda propia y más de 20 mil trabajadores; además de diputados, comisarios, jueces y otros súbditos que recibían sus favores. Luego de una represión salvaje de las huelgas en los años veinte -que empañara el gobierno de Yrigoyen, al igual que la Patagonia Trágica- contará con una fuerza militarizada para disciplinar a los trabajadores. En ese negocio preñado de corrupción política, entrega y subordinación neocolonial, Santa Fe perdió casi el 90% de sus bosques y en toda la zona del Chaco austral fue devastada el 85% de la superficie originaria. Al retirarse en 1966 dejó un inmenso páramo; un desierto estéril de tierras ardientes; decenas de pueblos fantasmas y el recuerdo de oscuros enjuagues con dirigentes políticos. Un informe sobre desertificación de tierras, publicado por el INTA y la Secretaría de Medio Ambiente en 2004, da cuenta del daño irreparable producido por La Forestal en el norte santafecino: debiera hacerse un balance de beneficios y costos de estas “consecuencias catastróficas e irreversibles” causadas por los intereses de una potencia imperial y políticos corruptos, hace ya un siglo. Los bosques de Sherwood y Bamsdale que protegieran a Robin Hood, aún se conservan en Inglaterra.

A comienzos del XXI, la tala de bosques nativos para expandir la frontera de soja indicaría que, bajo las mismas premisas de corrupción política, entrega y subordinación neocolonial, el gobierno kirchnerista y sus aliados provinciales están dispuestos a completar la tarea. La situación se agrava al conjugarse con la megaminería a cielo abierto, prohibida en 2010 por el Parlamento Europeo en todo el territorio de Europa, debido a sus “consecuencias catastróficas e irreversibles”. Esta decisión se acordó luego de dos desastres, en España durante 1998 y en Hungría en 2010, por la ruptura de represas de contención -diques de cola- y el derrame de barro tóxico con cianuro y metales pesados, que inundaron pueblos aledaños alcanzando entre uno y dos metros de altura, para luego desembocar en ríos y contaminarlos. El documento europeo señala que en los últimos 25 años se registraron más de 30 accidentes relacionados con el vertido de tóxicos -entre otros, el derrame de 100.000 metros cúbicos de agua mezclada con cianuro, desde el embalse de una mina de oro al sistema fluvial Tisza-Danubio- y en tanto no existe ninguna garantía de que no vuelvan a producirse accidentes semejantes, propone la prohibición completa de las tecnologías mineras a base de cianuro, como la única forma segura de proteger sus recursos hídricos y ecosistemas.

En Argentina, el río Vis-Vis de Catamarca está contaminado a raíz de filtraciones en el dique de cola y la cuenca del río Salim en Tucumán sufre la contaminación de cromo y cobre, a causa de la minería. Desde 2004 el río Hondo y el Dulce en Santiago del Estero están afectados por minerales pesados tóxicos, que a su vez contaminan el lago de Termas de Río Hondo y la cuenca del Dulce, de lo cual son responsables los ingenios azucareros y Minera la Alumbrera; también responsable de derrames del mineraloducto, por donde circula el mineral molido con la concentración de cianuro y agua. En San Juan, la Barrick Gold -que a semejanza de La Forestal, tiene su bandera, sus guardias privados y sus trabajadores disciplinados, además de diputados, jueces y otros súbditos que reciben sus favores- pretende remover extensas zonas de glaciares, mientras el emprendimiento Pascua Lama con Chile le permite disponer de una zona franca minera de 200.000 km2 a ambos lados de la frontera: un tercer país con total autonomía. Los subsidios de Minera La Alumbrera a gran parte de las universidades nacionales y los congresos filosóficos auspiciados por la Barrick en San Juan, han logrado hasta ahora acallar a una mayoría lamentable de universitarios: la visibilidad alcanzada por la resistencia social contra esta depredación, tal vez logre inducirlos a romper ese silencio. Por su parte, la Secretaría de Minería de la Nación -donde existiría una reencarnación de Lucas González- informa que en 2011 se alcanzaron más de 1.000.000 de metros perforados, en una actividad de exploración que creció un 41% con respecto a 2010 y un 650% desde 2003, gracias a la instalación de nuevos emprendimientos: ya suman 600 entre Santa Cruz, San Juan, Catamarca, Jujuy, Neuquén y La Rioja.

La cantidad descomunal de agua dulce requerida por esta minería reduce los niveles de ríos y arroyos, además de absorber napas subterráneas, sin contar la destrucción de glaciares en las explotaciones de alta montaña: en Catamarca, varios ríos ya son meros “hilos de agua” y el caudal en San Juan se ha reducido a casi un tercio: el gobernador Beder Herrera de La Rioja, reconoce que en su provincia el agua no es suficiente para proveer a la agricultura y a la minería. La contaminación del aire por las explosiones y las sustancias tóxicas en suspensión alimentan la lluvia ácida, que a su vez contamina las tierras, los cultivos y la flora, afectando a seres humanos y animales. Al retirarse las empresas, quedarán una vez más inmensos páramos, desiertos estériles de tierras ardientes, decenas de pueblos fantasmas y el recuerdo de oscuros enjuagues con funcionarios. Ahora se suman al paisaje montañas derruidas, fantasmales y amenazantes diques de cola y fuentes de agua resecas o envenenadas; símbolos del cretinismo y la irracional avidez de corporaciones mineras y gobernantes venales: la calidad de vida de nuestros nietos y sus propios nietos se juega en estos días.

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