20 de abril de 2024

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Para que el ciudadano tenga el control.

Batakis entre las ilusiones del mercado, los objetivos del gobierno y las necesidades del país|Por Ariel Magirena

“Estas dispuesta a seguir con el plan económico que dejó funcionando Martin Guzman?” cuando ella le dijo que si, el Presidente le respondió “Sos mi nueva Ministra de Economía”.

Alberto Fernandez necesitaba esa respuesta para que no fuesen vanos los costos asumidos de sostener sin pausa un programa económico con un altísimo impacto social, riesgos injustificados y compromisos insostenibles en un mundo convulsionado por una pandemia. La crisis del Covid-19 encontró a la Argentina negociando -sin investigación ni cuestionamiento- con los tenedores privados de la deuda consumada durante el saqueo perpetrado por el Estado durante el macrato y le dio la oportunidad de posponer la misma discusión con el FMI, que garantiza también impunidad. Paralelamente el resto de los países pusieron sus propias economías como prioridad: deudas fueron condonadas y compromisos impagos con el consentimiento de todo el planeta. Incluso los organismos multilaterales de crédito dispusieron fondos para reforzar las economías heridas por los gastos inesperados.

Antecedentes

Silvina Batakis supo, en su momento, remontar desde la cartera de economía de la Provincia de Buenos Aires el ataque de Cristina cuando le cerró el grifo a Daniel Scioli diciendo que si una provincia es deficitaria la culpa es del gobernador. Era el modo de la Primera Mandataria de bajarle el precio electoral al que parecía ser el candidato natural del Frente para la Victoria con miras a las presidenciales de 2015. Batakis fue fundamental para conseguir que Cristina se rindiera frente a la perspectiva de derrota en las PASO del que decía que era su ungido -Florencio Randazzo- a la que habría quedado irremediablemente pegada.

La provincia más importante productiva y demográficamente del país es inviable desde que Alfonsín le robó una porción de sus ingresos con la Ley de Coparticipación Federal para poder tapar sus agujeros económicos. Desde entonces los fondos que la Provincia recauda no alcanzan a cubrir los costos operativos (salarios e insumos) y mucho menos para los de infraestructura. Cada gobierno nacional (comenzando por el de Alfonsin) envió recursos a Buenos Aires. Menem ensayó un modo de institucionalizarlos llamándolo Fondo de Reparación Histórica del Conurbano y hasta el propio Fernando de la Rua, en pleno hiperajuste, dispuso una enorme cantidad de fondos para una provincia opositora con el fin de posponer el incendio que finalmente se lo llevó puesto.

Frente al embate referido de la presidente, Batakis toma, bajo órdenes de Scioli (quien primero dialogó con los sectores que afectaría) dos medidas históricas que dejan al kirchnerismo, en los hechos, irremediablemente a su derecha:

1) aumenta el impuesto de las tierras productivas más de 1200% (ningún impuesto nacional aumentó en esa proporción durante el kirchnerismo).

2) impone un tributo al juego de 38 puntos (más que las retenciones agrarias).

¿Saben cuánto tributaba el juego a nivel nacional? La respuesta es CERO (no creo que haya cambiado).

Presente

La eficacia de un recurso, en este caso humano, (el conocimiento y la experiencia de la flamante Ministra) depende de quién lo usa y para qué. De tal manera que habremos de ser testigos de si Batakis hará una gestión atrevida y exitosa como con Scioli dejando a su sucesora, Maria Vidal el Estado funcionando (alcanzó las metas formuladas pero los problemas estructurales de la provincia son insalvables gracias al saqueo legalizado del padre de la hiperinflación)… o será exitosa aniquilando la cultura del trabajo mediante la instalación del salario básico universal -pedido por Grabois en su provocativo tuit que todos leímos- mientras consuma el ajuste clásico del FMI.

Aunque la llegada de Batakis lo oxigena y alienta expectativas en los mercados, el único plan de gobierno que tiene Alberto Fernández, que ejecuta desde el día en que asumió y cuya fidelidad exigió a su Ministra es exactamente contrario al que demandamos los argentinos sin distinción partidaria: freno de la inflación, recuperación de la moneda y de la capacidad adquisitiva del salario, promoción del empleo con derechos laborales, créditos para el desarrollo productivo y personal, instrumentos de ahorro y transparencia en la gestión