28 de marzo de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Bienvenidos al país del Presidente Coso. Por Osvaldo Bazán

Ha aparecido una nueva forma de comunicación: la desmentida mientras se afirma, envuelta en un paquete de ambigüedad y progresismo que termina sin decir nada. Ya ni siquiera es postverdad. Es coso.

“Tengo un algo adentro que se llama el coso y los problemas empiezan cuando el coso llega a ser más grande que el tamaño del cuerpo”. Federico Peralta Ramos.

Tenemos un Gobierno Coso. Un Presidente Coso. Todo es Coso. Nada es Coso.

Vamos a dar vuelta la página pero no justo, justo que vamos a dar vuelta la página, ¿cómo vamos a dar vuelta la página? Es de terror pensar en dar vuelta la página, no, vamos a no dar vuelta ninguna página porque estaría mal ahora dar vuelta una página porque eso sería ser negacionista y coso, y está claro que es negacionista pero no, no es taaaan negacionista, la verdad que eso de dar vuelta la página, habría que pensarlo.

Vamos a descongelar las tarifas pero no es que “vamos a descongelar las tarifas”, vamos a charlar si un día de éstos charlamos sobre descongelar las tarifas y coso o no charlamos sobre descongelar las tarifas, porque también hay que pensar ¿qué es descongelar las tarifas? No es un tema tan sencillo. La mesa de los argentinos y coso.

No va llegar el coronavirus a la Argentina porque China está lejos y hace calor y coso y cuando hace calor lo mejor será ir a Ezeiza y que cada posible enfermo llene un papel en donde jure por lo más sagrado que no tiene ni el mínimo dolor de cabeza ni coso porque no va a llegar el coronavirus a la Argentina pero anda a saber si China no está más cerca de lo que estaba y si aparece alguien que vino de Italia y que además de tener el coronavirus que no sería tan raro, mintió en el papelito y nos trajo la enfermedad al país y es como le digo yo, don Ginés, ministro de Coso, no se puede confiar en nadie.

Daniel Scioli es embajador en Brasil, el Senado aprobó el pliego de los embajadores y coso, el gobierno de Bolsonaro otorgó el placet en menos de 24 horas, desde el 20 de febrero Scioli está en comisión del Ejecutivo por ser embajador y coso, el artículo 21 de la Cámara dice que cuando estás en comisión no podés tener función legislativa, ah, sí, claro, ahora resulta que el diputado Scioli no es diputado ni embajador ni coso, igual quizás sea presidente porque lo dijeron en Coso5N pero sí que es diputado porque el 3 de marzo recién es embajador, no sé qué quiere decir placet y el artículo 21 ése no lo leí nunca y levanta su mano Scioli, embajador de coso, diputado de coso y al día siguiente cuando le preguntaron qué había votado no supo explicarlo y terminó diciendo “te lo mando por escrito”. Un coso hecho y derecho.

Sergio Massa llenó un estadio diciendo que iba a limpiar de corruptos al país, señalando a quienes ahora lo pusieron en la presidencia de la cámara de diputados y con quienes ahora se ríe porque Massa sí que es un coso de punta a punta.

Ya ni siquiera hay que esperar una desmentida sobre la frase anterior. Ha aparecido una nueva forma de comunicación: la desmentida mientras se afirma, envuelta en un paquete de ambigüedad y progresismo que termina sin decir nada, una enunciación testimonial del vacío.

Ya ni siquiera es postverdad. Es coso.

Si la palabra no tiene valor y es lo mismo decir “silla” que “hormiguero”, la verdad pierde toda importancia y lo real se convierte en coso. Bienvenidos al país del Presidente Coso, que puede ser esto, aquello o todo lo contrario. Cada afirmación del Presidente Coso tiene un tuit previo que lo desmiente. Y por supuesto, si el coso viene desde el poder se desparrama hacia abajo y todo se llena de coso.

Por eso Roberto Baradel el dirigente de coso que reclamaba en noviembre del ‘15 un aumento del 40% ahora acepta alegremente, moviendo la melena cual modelo de Giordano, un 8,9% para marzo, totalizando 16,6% recién en junio, sin cláusula gatillo ni coso. Los maestros que declaraban estar enseñando cuando hacían paro, porque la lucha sindical era algo importante para que los niños aprendieran, se olvidaron de esos principios porque coso. Van a enseñar hipocresía a los niños del país. O cómo ser golpistas de baja intensidad.

Por eso la sede de la Comisión Nacional de Energía Atómica Argentina amaneció con un enorme pasacalle que dice: “Gobierno Peronista, funcionarios peronistas. ¡Fuera gorilas del sector!”. Se supone que es un lugar de ciencia y coso. Ninguna palabra oficial al respecto porque coso.

Por eso mientras las ciudades vuelven a ser paraísos de entraderas, motochorros, secuestros express y tomas ilegales de tierras, Sabina Frederic, la ministra de Coso, tuitea alegre: “Construimos políticas de seguridad rigurosas con hechos e investigación científica articulada con las fuerzas, lo que nos brinda mayores herramientas y mejor gestión”. Las marchas diarias de los ciudadanos aterrados, blancos móviles de la delincuencia desatada, pidiendo seguridad, coso.

Por eso los artistas que artistean todo el tiempo su compromiso e hicieron un video actuando mal su peor cara de contrariedad para juntarse en el obelisco porteño a cantar el himno el 25 de mayo de 2018 bajo el lema “La Patria está en peligro” y rechazar así la visita del FMI, hoy aplauden como focas un gobierno que recibe al FMI. La ideología de quienes artistean suele ser muy coso.

Por eso, el comercializador de las partículas sólidas que resultan de la combustión incompleta de un combustible que funge como ministro de Coso en la provincia de Santa Fe, Marcelo Saín, se da el patético lujo de reírse en la televisión porteña diciendo que está de paseo en Buenos Aires “porque en Santa Fe me cagan a tiros”. Al día siguiente, después de la muerte número 60 y tantas en la provincia, mientras están sacando basura de Empalme Graneros, en Rosario, aparece la pierna calcinada de un nene que no tuvo la oportunidad de irse a Buenos Aires. Días después aparece el cuello. Hay que decir a favor del vituperado Saín: no está de vacaciones en Buenos Aires. Es donde vive. Porque coso.

Coso es mostrarse combatiendo jubilaciones de privilegio para colonizar la justicia, cuando en realidad ni siquiera se está contra las jubilaciones de privilegio.

Coso es obligar solidaridad ajena cuando en realidad se está devaluando.

Coso es llorar hambre cuando en realidad se hace clientelismo político.

Esa parte del país que nunca creyó en coso anda cabizbaja pensando que ahora que el coso es más grande que el cuerpo, ninguna batalla tiene sentido. Con algunos datos temerarios y varias sensaciones compartidas creen sinceramente que el final del camino es Venezuela. Piensan que el empobrecimiento general, la destrucción de la clase media y sus valores que se verifica desde el 10 de diciembre, el avance brutal de la violencia, la militancia feroz en los organismos del Estado, la dependencia de la dádiva estatal, los habilita a semejante temeridad.

¿Tanto así? Quizás ahora que el coso es más grande que el cuerpo quede claro que está sobredimensionado, que muestra fortaleza para disimular una tremenda debilidad que se acrecienta día a día. ¿Cuál es la fortaleza de un Gobierno Coso que para un deseo tan masivamente aceptado como eliminar las jubilaciones de privilegio, apenas consigue el quórum necesario con la lengua afuera, mostrando desesperación y desprecio por la ética y la legitimidad? ¿Cuánto le costó?

Sin obra pública; con una catástrofe desatada en seguridad; sin mostrar un plan económico que a esta altura es más difícil de encontrar que a Mirtha Tundis o los títulos catástrofes del riesgo país que andan por los 2200 y ya no merecen placas rojas; con los precios de la canasta familiar en carrera constante; sin una política a las fuerzas armadas; con la vuelta al déficit después de años; con una caída en la venta de autos del 30% con respecto al principio del año pasado; con el registro de venta de propiedades en enero 2020 en Capital Federal más bajo desde que se realiza la medición en 1998; embarrando cada vez más la relación con el principal socio, Brasil; con la segunda muerte de Vaca Muerta; con importantes empresas yéndose del país o frenando toda inversión; con la promesa incumplida de heladeras llenas; con el asado del domingo cada vez más lejos; con internas feroces en el gabinete y en cada uno de los ministerios por no hablar de la interna madre de todas las internas, la interna interfórmula que carcome rápidamente pedazos de credibilidad; con una epidemia mundial a la que se le resta importancia; buscando enemigos para afianzar la tropa propia; inventando una épica menor en cada gesto y sin la alegría de los propios a quienes no se ve festejar como en otras circunstancias, ¿de qué fortaleza se puede hablar?

En 2014 como parte del pomposo “Proyecto soberanía hidrocarburífera de la República Argentina” presentado por la actual ¿vice? Presidenta y después de haber asegurado que no iba a salir un peso, el negociador Axel Kicillof pagó 5.000 millones de dólares por el 51% de YPF a Repsol España. Hoy todo YPF vale $3.141 millones. Ése es un índice de la caída.

Este Gobierno Coso es el Poder Ejecutivo, más las dos cámaras legislativas, más gran parte de la justicia, más el sindicalismo, más los movimientos piqueteros y una gran porción de los medios, sí, pero también es el equilibrio entre todos ellos. Un equilibrio difícil cuando impera la desconfianza y la deshonestidad. Para solucionar el berenjenal económico debe fallar a sus promesas políticas. Para cumplir con sus promesas políticas debe descuidar el frente económico.

¿Es lo suficientemente inteligente este Poder Coso como para cubrir los dos frentes que se inventó al mismo tiempo? ¿Y si lo que de verdad ocurre es que el Gobierno Coso se agranda para disimular su pequeñez; su falta de objetivos más allá de la impunidad; su ausencia de herramientas para promover un mínimo de bienestar? Quizás todo esté indicando que la oposición –tanto la política como esa parte de la sociedad que no quiere saber nada con lo que está pasando- tiene muchas oportunidades de ahora en más. La vez anterior que el peronismo sentó a un diputrucho –es bueno recordar a quienes dicen que todo es lo mismo que sólo un partido de Argentina hizo estos zafarranchos al borde- recién se supo al final de la sesión y por un periodista. Esta vez no ocurrió así. Hay un estado de alerta generalizado.

El Presidente Coso pone cara de malo y le dice a los chacareros que deberían sincerarse y reconocer que son opositores. En realidad debería sincerarse él y reconocer que es opositor al campo. Pero no hay sinceridad en Coso que exige a los sectores productivos que entiendan que no hay plata, que dejen de invertir y paguen lo que coso decida mientras calla mansamente que sí hay plata para clientelismo político, políticas de cooptación, despilfarro militante. Suena a “paguen que tengo que dar una fiesta” ¿Se aceptará mansamente?

Ni esa parte de la sociedad que ve como antidemocráticas las “picardías” del peronismo ni sus representantes políticos pueden dejar de lado su ética para enfrentar al Coso. Si lo hiciesen se convertirían en Coso. Quienes no quieren un Poder Coso en Argentina le están reclamando a sus representantes políticos, a los opositores, que cumplan su rol y se opongan. Es una batalla desigual porque no se puede combatir a los perversos -es perversidad cambiar el significado de las palabra- convirtiéndose en uno de ellos. No se puede combatir la falta de ética sin ética. No se puede defender valores traicionándolos.

La sensación es que esa parte de la sociedad que ve azorada como el gobierno se convirtió en un coso dirá “no” a cada propuesta coso. No se dejará chantajear por conceptos bondadosos como “derechos humanos”, “hambre”, “solidaridad” porque ya sabe que no son derechos humanos, hambre o solidaridad. Son Coso. Siempre Coso. Y la vida de un país se hace con hombres, mujeres, ideas, trabajo, convivencia. Nunca con Coso. Mucha gente ya lo sabe. Si el Coso es más grande que el cuerpo, será hora de que el cuerpo responda.

Osvaldo Bazán para ElSolMdza

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