19 de marzo de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Darle valor a las palabras para que no sean una traba al ejercicio de derechos por Gastón Gómez

Para NCN por Gastón Gómez (*)

El 21 de marzo se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas en 2011, y si bien desde hace unos años esa fecha se utiliza para generar una mayor conciencia pública sobre la cuestión y recordar la dignidad, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con discapacidad intelectual como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades, aparecen señales que denotan que algunas cuestiones aun no lograron entrar en el mundo.

Desde hace algunos años, las distintas asociaciones que trabajan por los derechos de estas personas han comenzado a realizar capacitaciones y campañas de difusión para concientizar sobre la independencia personal y la inclusión laboral de quienes tienen este síndrome. En la Argentina, hoy todavía hay padres que tiene que pelear, incluso judicialmente, por la falta de cumplimiento en la inclusión escolar.

Y si empezáramos a evaluar otras cuestiones vinculadas a las personas con discapacidad tendríamos que ver como sociedad que por momentos hay una falta de compromiso o de empatía con este colectivo, ya que ciertos aspectos que se entendían superados, vuelven a aparecer estigmatizantes en ámbitos sociales y escolares.

Obviamente no se trata de una generalización ya que se avanzó en muchos aspectos, pero si me quiero referir al uso, en ocasiones abuso y desprecio, de ciertos términos como «angelitos», «especiales», o el mas degradante por su utilización como insulto, y el que creíamos haber superado: «mogólico».

No es extraño ver en las redes sociales a los adolescentes utilizar a diario este término, de la misma forma despectiva con la que se utilizaba en alejados tiempos. Muchas fueron las campañas y más de 30 años de trabajo de asociaciones argentinas para evitar ese término, y hoy vemos que influidos por otras sociedades menos avanzadas en la inclusión, lo vuelven a poner de moda para referirse a otro como una persona de menor capacidad.

A veces pareciera incansable el trabajo de dar muchos pasos hacia adelante, y luego tener que volver para recordar que las palabras tiene un valor que por sí solo puede causar daños, por eso este año la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (Asdra), la ONG Cambiando la Mirada y Pedidos Ya se unieron para derribar el prejuicio de señalar a las personas con estas características, como personas con capacidades especiales, con el lanzamiento de la campaña «especiales son las pizzas».

Este es un ejemplo, y es común cuando alguien lo hace notar, que las personas se defiendan con un «bueno, pero no lo dije por ellos», y en eso casos es bueno hacerles entender que esas palabras que muchas veces parecen ser invisibles, en realidad tiene mucho peso e influyen en el momento de ejercer derechos, como por ejemplo a trabajar en igualdad de condiciones que una persona sin discapacidad.

La realidad es que hoy casi el 70 por ciento de las personas con discapacidad no están incluidos en el ámbito laboral, según datos del Indec de 2018, y de ese porcentaje, un 70 % son personas con alguna discapacidad cognitiva-mental.

Y si tuviéramos que pasarlo por un tamiz para dejarlo más claro, lo que importa es la persona más allá de su condición, y cuando uno lo mira así y lo trabaja desde la niñez, son las personas con discapacidad las que nos dicen que no van a aceptar «que le pongan límites a sus sueños».

Por eso, no tengo dudas que tenemos que seguir derribando mitos, fortaleciendo palabras acordes y debilitando hasta eliminar a aquellas palabras que siguen construyendo muros sociales para el ejercicio de derechos, porque en definitiva el acceso a esos derechos es un trabajo que tenemos que hacer entre todos y todas.

 

(*) Gastón Gómez es periodista de Télam, papá de Olivia, de 8 años, quien tiene Síndrome de Down.

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