23 de abril de 2024

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Para que el ciudadano tenga el control.

El nombre de un Barco: E.L.M.A Río Carcarañá| por Silvina Batallanez (video)

En la idea de nominar un barco existe toda una historia: desde creencias firmes hasta las supersticiones más alucinantes se han entrelazado en mitos y leyendas para acompañar la bitácora de cada barco durante siglos. Es que el nombre de un barco no solo obedece a un trámite administrativo para su identificación, conlleva en sí mismo una decisión que aúna el deseo sobre la suerte futura en la antesala de sus pasos por mares y ríos con la realidad del destino -que cumple o se construye (¡quién sabe!)- en su andar junto a las almas de su tripulación.

El nombre del barco es como un tatuaje; implica una decisión para toda la vida porque, mágicamente, nos advierte como en un susurro su derrotero.

En la evolución del arte, la poesía fue encontrando nuevos lenguajes de expresión. Desde la llegada del cine, las imágenes en movimiento también pasaron a ser parte de ese mundo donde se entrelazan la complejidad de las profundidades humanas con la sencillez de la belleza que nos ofrecen tanto la tristeza como la alegría. El documental es un género del cine que se caracteriza más por la racionalidad y veracidad de los acontecimientos históricos que por el brillo de la creatividad artística. Sin embargo, existe un amplio registro de documentales donde el refulgir de lo entrañable nos abraza como lo hace el calor insondable en el encantamiento de un cuento antes de dormir en nuestra infancia.

ELMA Río Carcarañá, dirigida por Laureano Matías Bechi (sobrino de uno de los tripulantes en su último viaje) nos convoca a vivir una parte de la historia argentina a través de un tejido documental rebosante de poesía. Música, imágenes, recuerdos, anécdotas, leyendas e historia entramadas por un fino hilo dorado -como el arte japonés Kintsu que enmienda con oro las fisuras de las vajillas para dar luz y eternidad a lo herido-, nos lleva a ver a través de la historia de un barco la tragedia argentina, esa obra shakeasperiana donde el impulso central de la trama es el crecimiento y el amor desde donde todas las cosas buenas son posibles para la armonía de una comunidad, pero que sin embargo, en algún momento, caen maltrechas bajo las sombras de la voracidad egoísta de los débiles de corazón que apelan a la fortaleza militar y del engaño para destruir y usurpar.

El significado del nombre en guaraní con el que fue bautizado el barco protagonista, no solo nos habla del desguace de un proyecto nacional maravilloso “embarcado” en la creación y promoción de una marina mercante de bandera, sino que habla también de nuestra historia como pueblo del sur del mundo aún presos de los vaivenes imperialistas anglosajones que pretenden desmembrarnos una y otra vez de todas las maneras posibles, para que así, siendo tierra arrasada, la balcanización y consecuente dominio sean asegurados. En esto -sobre todo- se empareja con lo que expresa el nombre de la ciudad yugoslava que lo gestara: “Rijeka” y su historia dolorosa de fragmentación. Si uno mira bien, descubrimos en los nombres a dos pueblos hermanados por la gloria y la desdicha a pesar de las distancias y el idioma.

La conjunción de la historia de la península balcánica con la argentina nos habla mucho de nuestros albores y sombras: la familia, la cuarta flota mundial de propia bandera, la vida y muerte del Mariscal Tito y su conexión “casual” con el peralto y desarme de un barco y dos países, así como del oxímoron en la promesa de libertad y prosperidad de la dictadura militar entre 1976 y 1983, pero también de la sabiduría de un viejo capitán, el esfuerzo, la prolijidad,  la desorganización, los miedos, el coraje joven, la atracción misteriosa por Malvinas, etc.

Pero sobre todo, nos invita a reflexionar sobre “eso” que late en la metáfora del nombre en esa lengua del alma que es el guaraní, destacando así la esperanza y objetivo principal que no debería abandonarnos: Reflotar los barcos hundidos, empezando por traer cada uno de sus pasos a nuestra memoria.

El viernes 6 de mayo se estrena en Rosario a las 19.30 en el Cine Teatro Arteon
Sarmiento 778 (Planta Alta)
@arteon.rosario

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