19 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

«El Peronismo frenó el aborto», por Damián Descalzo

El Peronismo reconoce los derechos individuales. Tiene una alta estima de la dignidad de la persona humana. Nunca postuló nociones que buscaban someter al individuo al Estado. Para el Peronismo, el hombre no puede subordinarse ni ser un instrumento del Estado. Es así. Pero tampoco el peronismo ha promovido una exaltación desmedida de la libertad de ese individuo. Lo dice con meridiana claridad la verdad peronista nro. 15: “Como doctrina política, el justicialismo realiza el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad”. EQUILIBRIO entre el Derecho del INDIVIDUO y el derecho de la COMUNIDAD.

Los que estamos en contra de la legalización del aborto en la Argentina no estamos promoviendo que se obligue a la mujer a engendrar hijos para el Estado Nacional. Estamos en contra que una ley permita eliminar vidas humanas, en nombre del “deseo” de una libertad individual exaltada, en forma desmedida. La legalización del aborto rompe el equilibrio que postula el peronismo. Coloca por encima de la comunidad al derecho individual del sujeto que pretende abortar. El aborto es una manifestación de libertad individualista y egoísta que atenta contra el derecho de la comunidad. La defensa del derecho a la vida es esencial y es el primer derecho que debe defender el sistema legal de una comunidad política que se precie de ser civilizada.

El concepto de Libertad en el Peronismo

La postura favorable a la legalización del aborto parte de una concepción individualista y absoluta de la libertad individual. Esto es diametralmente opuesto a la noción de libertad que postula el Peronismo.
El General Perón expresaba -en una demoledora crítica al liberalismo individualista que informa la postura abortista- que “El Justicialismo ha abandonado definitivamente el antiguo concepto liberal e individualista de la absoluta libertad, por entender que la libertad absoluta es el medio más propicio para el abuso de la libertad, que conduce a la explotación y a la opresión del poder por parte de unos pocos frente a la debilidad inmensa de la mayoría. El Justicialismo entiende que la libertad es un medio y no un fin, que no es lógico luchar por la libertad como tal, por sí misma, pero que ella es un instrumento necesario e insustituible para el hombre, que ha de usarlo en su propio beneficio pero también en beneficio de la comunidad. Para nosotros, la libertad, como la propiedad, como el capital, como la economía y todo lo que es un bien del hombre es, no solamente un bien individual, sino que además es un bien social” (24/06/1953).

Aborto: ¿Acción privada?

Mucho del discurso a favor de la legalización del aborto se basa en la idea que el aborto es “una acción privada” en la que el resto de la sociedad no podría opinar y sobre la que el Estado no debería legislar.

En nuestro ordenamiento constitucional existe (y existió en todos los textos constitucionales que rigieron en nuestro país) un artículo que regula el tema de las “acciones privadas”: Es el famoso artículo 19. Dice así: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley ni privado de lo que ella no prohíbe”.

El gran jurista peronista, Arturo Enrique Sampay, en un breve pero profundo ensayo titulado “La filosofía jurídica del artículo 19 de la Constitución Nacional” (que dedicó a Pablo Ramella, otro eximio constitucionalista peronista), analizó pormenorizadamente este artículo. Allí señaló que las “acciones privadas” abarcan “todas las acciones interiores y, además, las acciones exteriores que no sean públicas”. Y agregaba que “los actos que por su naturaleza no trascienden a una relación y, por consiguiente, cuyos efectos quedan en la inmanencia del operante, son los actos completamente internos… los actos internos no caen bajo la regulación del Estado”.

Bajo ningún punto de vista, la práctica del aborto puede ser incluida en esta caracterización. El aborto es una acción externa mediante la cual se elimina una vida humana. Es evidente que se perjudica a un tercero, al niño concebido por nacer.
Enseña Sampay, en esa misma obra que “No perjudicar a un tercero” es la definición de acción justa dada por Aristóteles.

El Derecho a decidir sobre el cuerpo: Principio y limitaciones

“Mi cuerpo, mi decisión”, reza uno de los principales lemas de la campaña abortista. En principio no cabe duda que los ciudadanos tenemos derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo pero tan evidente es eso como que ese principio tiene limitaciones. Por ejemplo, si un varón con su miembro sexual accede carnalmente -sin consentimiento- a otro sujeto, comete delito de violación. Y si golpea con sus manos a otro, comete delito de lesiones (graves o leves, según el caso). Y se podrían poner muchos ejemplos más.

Está claro que hay principio de derecho de decisión sobre nuestro cuerpo, pero ese principio y ese derecho tienen límites: el límite es el otro. El hijo por nacer habita y se desarrolla en el cuerpo de su madre, transitoriamente, pero es mucho más que una “parte” del cuerpo de la madre. El hijo por nacer es un nuevo ser desde el momento de la concepción. Es un nuevo ser distinto de los dos elementos que al unirse lo han formado.

En este sentido, no nos debe sorprender que gran parte de la argumentación a favor del aborto se base en la negación de la entidad humana de la persona por nacer. “Los fetos no son personas”, “Los fetos son sólo un conjunto de células” y otras frases por el estilo se lanzan, abriendo –temerariamente- el camino a la subjetividad para valorar qué es persona y qué no. En la historia abundan trágicos ejemplos de lo peligroso que es colocarse en el lugar de juez para dictaminar, caprichosamente, qué debe ser considerado persona y qué no. Es una afrenta a la civilización aceptar la idea que la condición de persona dependa del “deseo” de otro.

Algunos han negado la cualidad de personas a otros por cuestiones étnicas o de raza. Otros se basaban en discapacidades y/o malformaciones físicas. Ahora algunos pretenden hacerlo por una cuestión temporal, como si la dignidad personal solo empezase a correr desde un determinado momento y éste momento pudiese ser antojadizamente determinado. También el asunto de las incapacidades está muy presente. No son pocos los que alertan que el aborto viene siendo utilizado en los países donde se encuentra legalizado para desechar vidas humanas discriminadas por este tipo de cuestiones.

El aborto NO es justicia social. El aborto es hedonismo egoísta e individualista

“El aborto es justicia social” han dicho algunos. Uno se pregunta si los que así vociferan no saben lo qué es el aborto o no saben lo qué es la justicia social. Probablemente ambas situaciones sean ciertas. Este lema apuntaría a ser complementario de la idea que la legalización del aborto vendría a estar relacionado con el tema de la “salud pública”.

El argumento de la “salud pública”-que ha sido muy efectivo en términos de divulgación-es absolutamente falso. Hay decenas de prioridades más urgentes y necesarias que el aborto. Las prioridades en salud pública se deben definir en base a estadísticas reales y no en cifras inventadas. Y las estadísticas reales marcan claramente que el aborto no es una prioridad. Mueren muchísimas más mujeres por causa de desnutrición u otras causas que por el aborto.

El aborto es la manifestación más contundente del hedonismo egoísta. Es llevar al extremo la exaltación de la libertad individualista en detrimento de los valores comunitarios. Por eso no es casual que se haya legalizado en sociedades opulentas e individualistas. Entre 1967 y 1975, se legalizó el aborto en varios de los países más ricos del mundo (Reino Unido, Canadá, Finlandia, Alemania, Dinamarca, Suecia, Noruega, Francia). Países en los que no había ningún problema de “salud pública” pues eran sociedades desarrolladas, de alto nivel socio económico de la población y con servicios de salud pública de calidad (y ya lo eran al momento de legalizar el aborto y su desarrollo no fue “consecuencia de” cómo piensan algunos que, llegan a mostrarlo como símbolo de “avance”, de “desarrollo” o de “modernidad”).

El Peronismo contra el aborto

Entre las figuras más importantes del Movimiento Peronista que se expresaron en contra de del aborto, debemos señalar al Presidente del Partido Justicialista a nivel nacional, José Luís Gioja quien, en su condición de diputado nacional, votó en contra del proyecto de legalización.
También el presidente del PJ de la Provincia de Buenos Aires e intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, se manifestó en defensa de la vida humana desde la concepción.

En la histórica sesión del 8 y 9 de agosto pasado, la mitad de los senadores que votaron contra el proyecto de aborto legal son legisladores identificados e integrantes del Movimiento Peronista. El peronismo fue, por lejos, el sector político que aportó más votos en defensa de la vida humana desde la concepción.

Conclusiones

El aborto es un fracaso social. No se puede aceptar que una conducta se legalice porque “de todas formas sucede y seguirá sucediendo”. El aborto es la resignación a no poder solucionar los graves problemas y recurrir a la vía cómoda y fácil. También es la derrota ante el modelo de sociedad egoísta. El aborto es una victoria del hedonismo individualista que cree que el deseo y la subjetividad valen más que la comunidad y los derechos de las personas por nacer. El aborto es la exclusión social del más débil. En el último siglo -contemporáneamente a los avances tecnológicos que han brindado a los seres humanos el más alto nivel de vida en términos de comodidad que se haya tenido jamás- la humanidad ha sufrido cosas horrendas. Los crímenes de las guerras mundiales; los del nazismo y demás, han dejado en claro que en estos últimos 100 años se ha despreciado -como pocas veces en la historia universal- el valor de la vida humana. En esa línea de desprecio por la vida humana se enmarca la práctica abortista. El aborto es la aceptación que el omnipotente deseo puede llegar a eliminar vidas humanas en nombre de su tiránica y todopoderosa subjetividad.

Para finalizar quiero expresar que tengo la más íntima y profunda convicción que el Peronismo nunca estuvo ni estará ni con la exclusión ni con la muerte. El Peronismo siempre estuvo y estará del lado de la Vida. En la madrugada del 9 de agosto pasado, la mayoría de sus senadores lo volvieron a demostrar.

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