24 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

La importancia del heroísmo para la construcción de un país

A 40 años del inicio de la escalada bélica entre Argentina y Gran Bretaña por la soberanía de las Islas Malvinas e islas del Atlántico Sur, damos inicio a un recorrido histórico sobre la participación de los jóvenes argentinos en aquella Gesta. En oposición al discurso imperante que subestima y desestima el valor de la contienda, en favor de sentimenalismos dañinos a la voluntad de reclamo, destacaremos la importancia del reconocimiento de la actitud heroica de nuestros combatientes para el crecimiento material y moral de la República Argentina

Hoy más que nunca, es indispensable poner énfasis sobre la idea de porqué es importante la heroicidad para la identidad de un pueblo y así mostrar que la victimización corroe el espíritu de su gente.

La desmalvinización utiliza la victimización como «idea fuerza» de identidad (no identidad o supresión de ella). Este aspecto es más que relevante en los países grandes y poderosos; tal premisa se basa en el heroísmo de sus hombres. Por eso, en las grandes potencias mundiales, el día del Veterano de Guerra es una fiesta nacional. Es para ellos una política de Defensa, o sea, de Estado.

Porque la fortaleza del país se sostiene sobre los cimientos del Héroe de Guerra como emblema del defensor por excelencia de los intereses de su país. Tal figura, en la consciencia de los agresores genera una actitud de observación cautelosa. Es por tanto, uno de los elementos imprescindibles a la hora de cuidar las fronteras: aperece allí el poder de disuasión. Si bien, en términos visibles y pragmáticos, el aspecto material es primario e indispensable a través de la cantidad y calidad de elementos armamentísticos y tropa en las Fuerzas Armadas, el cultural, que se da a través del enaltecimiento de sus guerreros con el recuerdo y honra permanente, asegura la herencia de una postura soberana para los hombres y mujeres en devenir.

Si la figura del hombre que hizo el supremo sacrificio es subvertida a la de una víctima, la defensa del país queda vulnerable hasta en su espíritu, y esa es la pérdida más terrible: una verdadera derrota moral.

La Guerra por Malvinas no finalizó (ahora se está llevando a cabo en el plano cultural), sólo terminaron los combates de la Campaña militar de 1982. 40 años es mucho tiempo en la vida de un individuo, pero no en el proceso de crecimiento de un pueblo. Por tal, no es ni un acontecimiento lejano, ni una guerra absurda. Los combatientes tampoco fueron unos pobres chicos enviados a morir por los caprichos de una cúpula militar sanguinaria. A esta altura es preciso separar la paja del trigo. El comportamiento abusivo y criminal de un gobierno de facto no desestima el valor intrínseco de la Causa nacional por excelencia; mezclar Malvinas con dictadura militar es el más bajo recurso de quiénes eligen vivir sin bandera, y sumidos en la ignorancia en aras de una falsa libertad. Malvinas y adyacentes son territorio insular usurpado y llave de acceso a la gema de la Humanidad: la Antártida.

La Gran Batalla de Malvinas fue la primer guerra convencional por la Antártida y quizás, el ensayo de una puja entre dos formas de cosmovisión del mundo: entre el imperio anflosajón atlantista siempre dispuesto a avanzar, avasallar, arrebatar y rapiñar territorios y riquezas ajenas, y el de los pueblos continentales, conectados con la creación y la producción en comunión con lo que ofrece la tierra para alimentar a todos los hombres del mundo.

Más allá de cualquier teoría, lo esencial es entender que en 1982 Argentina mostró al mundo que tenía Héroes. Por eso, desde NCN, compartiremos durante este año tan especial, fragmentos de historias que nos inviten a conocer y contagiar el espíritu valiente y soberano de nuestro pueblo a través de lo que supieron expresar los jóvenes hombres que, desde el 26 de marzo de 1982, comenzaron su trayectoria silenciosa para recuperar nuestra querida y secuestrada Perla Austral.

  Silvina Batallanez