29 de marzo de 2024

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La pandemia puede provocar trastornos por estrés post traumático Por Delfina Lahitou Herlyn

Algunos médicos comenzamos a encontrar en nuestra especialidad particular, la psiquiatría, que la vivencia y la experiencia de la pandemia por COVID-19 afectaba a nuestros pacientes de manera peculiar.

Sentimientos variados como ansiedad, miedo y angustia son cotidianos. Pero aquellos que presentan alguna vulnerabilidad previa muestran síntomas floridos, ideas obsesivas intrusivas y recurrentes, reacciones de estrés aguda y síntomas autonómicos simpáticos antes de salir de casa o previo a subirse a un transporte público. En pacientes con patologías más graves, descompensación o desestabilización, síntomas psicóticos o ataques de pánico.

En nuestro “Trauma en épocas de COVID-19”, dentro del Observatorio Clínico de Salud Mental y Adicciones de la Universidad de Belgrano, partimos de la pregunta acerca de si esta pandemia puede ser experimentada como un evento traumático. En ese sentido, hay factores que pueden ser considerados como “predictores de trauma”:

  • La mayor pandemia en más de cien años;
  • el aislamiento de los pacientes en los hospitales, cuando resultan sospechosos o reciben un resultado positivo para COVID-19, quedando sólo en contacto con el personal de salud que utiliza severas medidas de protección;
  • el miedo a la muerte por síndrome respiratorio agudo severo;
  • el pobre entendimiento del mecanismo de contagio y la consecuente incertidumbre;
  • las declaraciones de cuarentenas por parte de los gobiernos, al principio en ciudades y finalmente en naciones enteras, que genera preocupación acerca de la extrema gravedad de la situación vivida, y
  • el confinamiento y aislamiento social.

La bibliografía sobre trastorno por estrés post traumático revela que los indicadores que deberían considerarse a la hora de sospechar dicho trastorno son: los recuerdos intrusivos o recuerdos vívidos que desencadenan respuestas autonómicas y ansiosas prominentes, y los trastornos del sueño como el insomnio o la hipersomnia.

En este punto, nos interrogamos acerca de la posibilidad de prevenir el desarrollo del trastorno por estrés post traumático en estos pacientes, mediante intervenciones tempranas en principio de tres tipos: psicosociales, psicoterapéuticas y posiblemente farmacológicas.

A nivel psicosocial, es posible llevar a cabo un trabajo integral en un ambiente en donde se propicie la recuperación del trauma. Lo mismo en las psicoterapias, que deben estar orientadas a la recuperación. En la proporción del ambiente de recuperación, la formación de un vínculo terapéutico será fundamental para ayudar al paciente en la contención. Se está intentando avanzar en propuestas farmacológicas que eviten la consolidación del recuerdo traumático, utilizando fármacos que tengan efecto conocido sobre la consolidación de la memoria.

Es evidente que debemos seguir investigando para poder tener dispositivos de contención y más pruebas farmacológicas para trabajar en la prevención.

Delfina Lahitou Herlyn 

Dra en Psiquiatría

Integrante del Observatorio Clínico de Salud Mental y Adicciones de la Universidad de Belgrano

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