19 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

La profundización de un mundo dividido, por Mariano Yakimavicius

El reordenamiento de recursos militares y económicos en Occidente es una clara señal de la profundización de la polarización global.

Días atrás, un acontecimiento tensó aún más la relación entre Occidente y Rusia. Lituania prohibió el paso de trenes rusos por su territorio, medio de transporte necesario para que el enclave de Kaliningrado -que no tiene continuidad territorial con el resto de Rusia- pueda acceder a bienes, servicios y flujo de pasajeros. Se trata principalmente de trenes que transportan carbón, metales, cemento, madera y otros materiales de construcción, mercancías expresamente sancionadas por la Unión Europea (UE) para su exportación a Rusia a partir de la invasión de ese país sobre Ucrania.

Para el gobierno lituano, no es más que la aplicación tangible y legal del sexto paquete de sanciones de la UE contra Rusia. Cabe destacar que Lituania no sólo es miembro de la UE, sino que también forma parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y además ha impulsado históricamente el ingreso de Ucrania en ambos bloques de poder.

Para el gobierno ruso, por el contrario, la medida de su par lituano no es más que un bloqueo hostil a la población de la región de Kaliningrado y una violación de las normas internacionales sobre el transporte de mercancías e incluso de los derechos humanos. Curiosa mirada la de un gobierno como el de Vladimir Putin, que ordenó la invasión de un país vecino violando precisamente sus derechos humanos.

Ante la situación ya tensa en la región, la amenaza de las autoridades rusas contra Lituania al afirmar que habría “consecuencias”, no hizo más que profundizar la dialéctica amigo-enemigo entre la OTAN y la UE por un lado, y Rusia por el otro.

La OTAN se prepara

Tras ese episodio y ya en el marco de la reunión cumbre de la OTAN que tuvo lugar la semana pasada en Madrid, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, anunció un considerable refuerzo del despliegue militar ante la situación de la seguridad en el continente europeo. Además de los planes para elevar de cuatro a seis el número de destructores en la base naval de Rota en España, el gobierno estadounidense apunta a abrir en Polonia un cuartel general permanente para su Quinto Ejército y posicionar en territorio polaco un batallón de soporte, desplegar una brigada rotatoria dotada con unos 3500 combatientes en Rumania, reforzar la presencia militar en los países bálticos, estacionar dos escuadrones adicionales de aviones de combate F-35 en el Reino Unido y reforzar el posicionamiento de defensas antiaéreas en Alemania e Italia.

Cabe señalar que, desde la invasión rusa a Ucrania en febrero, los Estadios Unidos han enviado unos 20 mil soldados suplementarios a Europa, elevando el total a casi 100 mil. Además, el refuerzo en Polonia representará el primer despliegue estadounidense permanente en el flanco este de la OTAN, lo que constituye un significativo paso político además de militar. Los efectivos ahí situados consolidarán las capacidades de comando y control en esa región. Las nuevas defensas antiaéreas posicionadas en Alemania irán acompañadas de unos 650 efectivos militares.

El refuerzo del flanco este y de las capacidades de reacción rápida de la OTAN fueron parte central de la cumbre, que supone un cambio geopolítico significativo. La Alianza Atlántica prevé elevar de 40 a 300 mil el número de militares listos para su fuerza de despliegue rápido para el año que viene, tal como adelantó el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg.

También se abordó la reformulación del apoyo a Ucrania, a la vista de las dificultades sobre el terreno con el avance de Rusia en el este del país. “Esta no es una guerra solo contra Ucrania, sino para decidir el futuro orden mundial”, expresó el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, mediante una intervención virtual en la cumbre. En este sentido, varios integrantes de la OTAN anunciaron en las últimas semanas un apoyo mayor con respecto al material proporcionado a Ucrania desde el inicio de la ofensiva rusa. Un tema para resolver es cómo se ayudará a Ucrania en la transición del uso de armamento de origen soviético a material de la OTAN. Para eso serán necesarios importantes programas de entrenamiento que aseguren un uso eficaz de armas más modernas.

Por último, un tema de gran relevancia fue la invitación formal a Suecia y a Finlandia a sumarse a la Alianza Atlántica luego de que Turquía aceptara levantar el veto que había impuesto a ambos países. El gobierno turco logró que sus pares de Suecia y Finlandia aceptaran sus exigencias en materia de extradición de militantes kurdos considerados terroristas y dejaran de darles apoyo económico. Se trata de un triunfo político para el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y una nueva derrota para el ya castigado pueblo kurdo. No obstante, el próximo ingreso de Suecia y Finlandia supone un acorralamiento para Rusia, con todo el peligro que supone “acorralar a un oso”.

En definitiva, los mandatarios de la OTAN abordaron en Madrid una multiplicidad de temas en un contexto global en el cual se afianza una polarización cada vez más profunda y con visos de confrontación. Y si bien está claro que el principal foco de tensión está puesto en Rusia y la invasión a Ucrania, el desafío de fondo está puesto en realidad en el ascenso de China.

El G-7 intenta contrarrestar la influencia de China

El Grupo de las 7 democracias industrializadas más poderosas del planeta también se reunió en los últimos días. Los gobernantes de los Estados Unidos, Alemania, Japón, Francia, Canadá, el Reino Unido e Italia hicieron públicos sus planes de inversión en infraestructura por un valor de 595 mil millones de dólares hasta 2027 en abierta competencia global con el gigante asiático y su proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.

La idea subyacente es plantear a los posibles receptores de fondos unos esquemas de inversión más atractivos que los chinos, apelando a los valores democráticos, con todas las implicancias que estos tienen en términos de transparencia, responsabilidad y otros conceptos. Esta iniciativa, denominada “Partenariado para Inversión e Infraestructura Global”, aparece como una acción conjunta de las principales democracias destinada a sustraer a los países en vías de desarrollo del canto de sirena de las inversiones chinas, en un momento del mundo -y especialmente de Latinoamérica- en el que amplios sectores de la población tienden a asociar democracia con fracaso económico.

La confluencia de intereses occidentales, tanto económicos -expresados por el G-7 y la UE- como militares -expresados por la OTAN- es una clara muestra de la creciente consolidación de bloques de poder en pugna cada vez más polarizados y con mayor riesgo de precipitarse a una confrontación.

 

Mariano Yakimavicius es Licenciado y Profesor en Ciencias Políticas