24 de abril de 2024

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La requisa del chocolate. El 25 de mayo en Malvinas | Por Silvina Batallanez

“Baldini tenía una camarita Kodak pero se la llevaron los ingleses”, finaliza su relato con tristeza el soldado clase 62 VGM (Veterano de Guerra de Malvinas) Vicente “Tito” Bruno, luego de recordar un día muy especial con su jefe en nuestras islas del sur: el 25 de Mayo, la fecha patria en la que un joven oficial se convirtió en el padre de otros tantos hombres con apenas unos años menos que él. O quizás como el hermano mayor (Baldini era hijo único) de esos muchachos valientes dispuestos a morir junto a él por su país. Tito se lamenta no tener registro gráfico de aquella vez en que su jefe les regaló una fiesta argentina en medio del frío terrible, la lejanía de casa, la poca comida y el fuego lacerante de la guerra: “Ese día Baldini sacó fotos pero los ingleses se llevaron todo”.

Juan Domingo Baldini nació en Buenos Aires el 13 de febrero de 1958 en el seno de una familia peronista (por eso su nombre). Su papá fue durante años el portero del viejo canal 11, y su madre una abnegada ama de casa. Se crió en el barrio porteño de Villa Pueyrredón y concurrió a una escuela católica: el Instituto Nuestra Señora de Luján.

Quiénes lo conocieron coinciden en que era un joven serio, que siempre andaba con el pelo bien corto y caminaba derecho, algo bastante inusual en los años 70 cuando se impuso entre los adolescentes, la moda del pelo largo con andares y posturas relajadas. Dicen también que eso no le impedía ser un buen compañero y que desde la primera vez que le preguntaron cuál era su proyecto para cuando terminara el secundario, contestó que sería militar, porque quería servir a su Patria.

Cada vida es un universo único al igual que cada familia. Pero en esa singularidad -mágicamente- podemos reflejar la vida de toda una comunidad. Mingo, como le decían sus amigos, había nacido en una época convulsiva, cuando el militar (Grl Juan Domingo Perón) que admiraban sus padres, ya vivía en el exilio luego del golpe de estado del año 1955. En aquella época, la resistencia peronista flameaba en las almas de las nuevas generaciones. Quién sabe si esa parejita de trabajadores humildes no haya encontrado en la llegada de su hijo una oportunidad para seguir construyendo Patria con la austeridad, dignidad y elegancia de los que saben lo que es bueno para uno, pero especialmente para los otros. Quizás, solo quizás, se puede conjeturar que ese niño amado y criado en los valores del trabajo, el esfuerzo, el orden y el amor a Dios y a su país, haya sido el granito de arena dorado que ese matrimonio forjó y ofreció al suelo de sus amores: Argentina.

Así fue que finalizado el secundario, ingresó al Colegio Militar de la Nación de donde egresó como subteniente.

La Campaña militar por la recuperación de Malvinas en 1982, posee varios aspectos novedosos que no solo han sorprendido al enemigo, sino que han generado entusiasmo e inspiración en el mundo entero. Una de ellas fue que una gran cantidad de jefes de sección eran muchachos muy jóvenes, casi de la misma edad que los soldados conscriptos que tenían a su cargo. Así fue como Baldini con 24 años de edad, fue designado al mando de la 1ra Sección de Tiradores de la Compañía B Maipú del Regimiento 7 en la ladera oeste para cubrir posiciones en Monte Longdon, donde se llevarían a cabo algunos de los combates más sangrientos del conflicto.

Pero sigamos con el 25 de mayo de 1982.

«Cuando estábamos por salir para Malvinas, en el cuartel nos dieron ropa y todo lo que íbamos a necesitar, que después fue tan poco. Y también nos dieron a cada uno algunas golosinas y una tabla de chocolate para taza. Todo eso duró muy poco. La mayoría comimos esa ración allí mismo. Todos menos los soldados de la sección de Baldini, ya que el subteniente les requisó el chocolate. ¡Las cosas que le dijeron! Claro que cuando él no estaba delante, porque lógicamente no les gustó nada. Todos olvidaron pronto aquel episodio de la requisa del chocolate. Había cosas más bravas de las que preocuparse. Pero llegó el 25 de mayo, y allí en pleno Monte Longdon, el subteniente Baldini hizo una formación con sus hombres, se izó la bandera, se cantó el himno y sorprendió a todos sus soldados ¡con chocolate caliente! Nos contaban los soldados de Baldini que aquel chocolate caliente y humeante, cuando lo más común era que pasáramos hambre todos los días, fue glorioso. Todos recordaban, mientras saboreaban aquel verdadero lujo, ‘la requisa del chocolate’. Y todos entendieron que entonces Baldini había estado pensando en sus hombres. Y pensando en un 25 de mayo que habría que pasar muy lejos de todo. En la guerra. Esto lo pinta a Baldini de cuerpo entero, era un tipo bárbaro!» relató el entonces soldado Horacio Cañeque, en Malvinas 20 años, 20 héroes. Cañeque fue testigo de la preocupación diaria del joven oficial, quién todos los días iba a reclamar a su superior inmediato comida y lo que fuera para sus muchachos.

Y es en la misma sintonía, que el soldado Bruno recuerda con el corazón en la mano: “Siempre digo que fue un día de esos bien patriotas. Ya que estábamos muy lejos del pueblo en un lugar tan inhóspito como es Monte Longdon. El Subteniente Baldini llamó a toda la primera Sección, o sea a la primer línea de combate de la compañía B del Regimiento 7 a la famosa olla de “Baldini”. Hubo una gran arenga del oficial, llamándonos a limpiar el armamento, a reforzar las posiciones ya que estábamos muy cerca de vencer al enemigo. Nos formó en una forma de cuadrado y en un mástil improvisado el soldado Gustavo Córdoba levantó la bandera argentina y cantamos a viva vos nuestro himno nacional. Aún hoy recuerdo ese momento y se me pone la piel de gallina. Creo que en ese momento no nos entraba una bala por el gran orgullo que sentíamos. Una vez terminado, el Sub teniente nos repartió medio jarro de chocolate caliente a cada uno de los integrantes de la primera sección. Para esto fue muchas veces a ver a su amigo el Sub teniente Dalmedo. Éste estaba en donde se repartían los víveres y le consiguió la leche en polvo”.

Las palabras de Tito nos hablan de él y de sus compañeros, pero también de todos los argentinos que sienten en las bebidas y comidas calientes de mayo el sabor y la calidez de algún momento especial de la infancia donde todos, aunque sea una sola vez, fuimos bien queridos por alguien. Y prosigue: “No sé cómo describirlo pero para mí fue muy emocionante ese momento ya que me hizo recordar a la infancia cuando se celebraba el 25 de Mayo. Además, nos levantó mucho la moral; es algo que nunca voy a olvidar. Tuve el honor de ver flamear mi bandera en las Islas Malvinas, también en Monte Longdon, un lugar donde hubo una gran batalla. Tomar ese chocolate en ese lugar y en Nuestras Islas fue, es y será inolvidable. Por más que le echen tierra a Baldini (*), para mí es un héroe, un gran patriota y un ejemplo a seguir”.

Y concluye: “Recuerdo que fue un día muy frío de mucho viento, pero entre la arenga de Baldini, el himno, la bandera y el chocolate hubiéramos estado en mangas corta de tanto orgullo patriota”.

El final

El atardecer del viernes 11 de junio fue otro día en que nuestros muchachos de verde recibían los cañonazos provenientes de los buques británicos Yarmouth, Avenger y Glamorgan. El aturdimiento preparaba una noche atroz.

El joven oficial estaba escuchando por radio Colonia las palabras del Papa Juan Pablo II en su visita a Luján cuando siente la estampida británica pisándole los talones. Es allí que sale corriendo de su pozo para despertar al soldado Daniel Scali -a quien estaba cuidando porque estaba descompuesto- al grito de “¡Gordo, ponéte el casco que vienen los ingleses!”.

Mingo murió la noche del 11 de Junio en el combate de Monte Longdon mientras salía en medio del fuego para asistir a un soldado que había caído herido. Le dispararon por la espalda finalizando así el cobijo de la lealtad que supieron disfrutar los jóvenes hombres valientes de su querida Patria.

Con la noticia de su muerte, sus padres se fueron apagando poco a poco hasta reunirse con él.

 

(*) Durante años un puñado de «ex combatientes» del RI 7, agrupados en el centro CECIM, desde donde no han dejado de desmalvinizar mientras se posicionaron política, cultural, mediática y económicamente al tiempo que mantienen viva la “olla” al relato del enemigo inglés, han socavado la figura de Juan Domingo Baldini como un maltratador (solo por ser militar de carrera) sin ninguna prueba que revierta lo que vivieron la mayoría de sus soldados en las condiciones más terribles que un hombre pueda experimentar, y en la figura de él, un muchacho de 24 años, con todo el peso de la Soledad del mando.