24 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

«Lo que no se dice del 17 de octubre (sobre mitos y verdades)», por Federico Addisi*

Según la historia oficial y una cantidad de libros antiperonistas de reciente aparición los sucesos que tuvieron su punto de partida con la revolución de los coroneles en junio de 1943 encabezada por el GOU y que derivaron en el 17 de octubre de 1945,  fueron sucesos planificados, digitados  y mandados por un omnipotente     – por entonces- Coronel Perón. En particular, sostiene esta tesis Silvia Mercado en su publicitado,  “El Relato Peronista”. Sustenta esta falacia en la supuesta homogeneidad que existía en el GOU y en la jefatura “indiscutida” que ejercía en la Logia el futuro presidente de la nación. Pero sin cargar demasiado la pluma, creemos que hay varias cosas que decir sobre el particular. Primeramente cabe aclarar que el GOU distaba mucho de ser un grupo sin diferencias en su seno. Convivían en él, militares conservadores, nacionalistas, radicales, etc. Por supuesto que existía un común denominador que los unía.  Estos  objetivos eran:

  • Afianzar laorganización y la unidad interna, objetivo surgido de las preocupaciones profesionales de la sociedad militar.
  • Prevenir la insurgencia
  • Oponerse al ingreso argentino a laII Guerra Mundial por presión de EEUU.
  • Oponerse a la intromisión del sector político en la organización y unidad profesional del Ejército.
  • Trabajar para el bienestar general de la Patria y el Ejército.
  • Evitar en consecuencia el acceso a la presidencia deRobustino Patrón Costas, político signado como lo más reaccionario del régimen de la década infame.

Agregamos a lo expuesto dos hechos contundentes que echan por tierra con el mito del “Perón todopoderoso”.  Como primer dato; existían tantas diferencias  en el GOU que desde que se alzó con el poder  el 4 de junio de 1943 hasta la convocatoria a elecciones que llevaron a Perón a la presidencia pasaron tres presidentes (Rawson, Ramírez y Farrell); y en segundo lugar,  el propio General fue despojado de todos sus cargos y posteriormente detenido por sus “camaradas”. Aprovechamos la ocasión para aclarar también, de una buena vez, que GOU significa “Grupo de Obra de Unificación” y no como se suele decir  “Grupo de Oficiales Unidos”. Como dato curioso aportamos que la detención de Perón no tuvo un solo lugar de asiento sino que pasó por varios lugares: al ser despojado de todos sus cargos y alejado del gobierno Perón y Evita se trasladaron a San Nicolás primero, y se  alojaron en la casa del Delta del padre de “Rudy” Freude, amigo de la pareja y  simpatizante nacionasocialista, después. El periplo continuó cuando Farrell ordenó la detención de Perón y fue trasladado desde el Delta a la cañonera Independencia, de allí a la Isla Martín García, para por fin, ser internado en el Hospital Militar. Si bien es cierto que el General había consolidado una importante base de poder sustentada fundamentalmente en su accionar a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión, los hechos narrados dan cuenta que su liderazgo; hacia adentro del GOU no era indiscutido. De hecho, podemos mencionar a tres oficiales como sus más enconados adversarios: los coroneles Avalos y González y el General Prelinger, estos del ala más germanófila y contraria –a su vez- de la política social que Perón llevaba a cabo con los sindicatos. Lo cierto es que el coronel del pueblo se encontraba detenido y derrotado, tal como lo demuestran los hechos y las dos cartas que aquí reproducimos en fragmentos, enviadas al coronel Mercante y a Eva Perón: (Carta a Mercante) “…con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzcan allí algo grave…Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo”; en la misma línea (Carta a Evita) “Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos…¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida…Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos a Chubut los dos…Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud. Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora…Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene razón…” Estas reveladoras cartas, muestran la verdadera situación, estado de ánimo en el que se encontraba Perón en vísperas del 17 de octubre, y desmienten a su vez el papel protagónico que algunos autores “evitistas” pretenden darle a Eva Perón en la histórica jornada. ¿Cómo hizo Perón para calcular y controlar todos estos factores? ¿Cómo logró, por sí sólo que el pueblo saliera a la calle a pedir su libertad? Son misterios que sólo Silvia Mercado puede develar. Quizás más cerca de la realidad se encuentra la visión del historiador norteamericano Page: “Lo que en realidad sucedió fue una consecuencia natural de lo acontecido durante lunes y martes. La preocupación por la seguridad de Perón había excitado a grandes segmentos de la clase trabajadora y líderes militantes, como Cipriano Reyes, agregaron la chispa necesaria. El voto de la CGT a favor de la huelga general también contribuyó a la atmósfera de inestabilidad con los preparativos de movilización que se iniciaron y que luego, cuando la gente comenzó a marchar, fueron acelerados. Por lo tanto, la discusión de si el 17 de octubre fue una erupción espontánea o producto de manejos es un ejercicio puramente académico. Sin una masa de trabajadores profundamente conmovidos por la pérdida del hombre que simbolizaba sus aspiraciones y sin un grupo de líderes enérgicos dispuestos a producir una crisis, los acontecimientos no se hubieran desarrollado exactamente de la forma en que lo hicieron”. (PAGE, Joseph; Perón, I Tomo,  Editorial Vergara, Bs As, 1984, pág 160) A propósito de lo señalado por el autor de marras, es interesante conocer la posición que tomó la CGT como tal. Cierto es que muchos sindicatos, detrás de sus jefes se lanzaron a la calle de forma más o menos organizada, no es menos cierto que este no fue el caso de todo el movimiento obrero, de hecho la CGT convocó a un paro para el 18 de octubre (y como es sabido los sucesos se adelantaron 24 horas). Esto no resta importancia al papel que jugó la clase trabajadora en la épica jornada, sólo se trata de poner las cosas en su justo lugar. Otro hecho que se da por cierto y en el que suele caerse, tanto por detractores como por simpatizantes, es en presentar el 17 de octubre como una jornada signada por la no violencia. La crónica policial que a continuación reproducimos, acredita lo contrario –y de paso destruye los conceptos del historiador procesista Nicolás Márquez, en lo que hace a una supuesta complicidad policial-. Lo cierto es que el accionar de la fuerza de  seguridad estuvo acorde con el trajín político de los días anteriores al 17 de octubre, y a éste en particular. La actitud de la misma oscilaba entre la represión y la pasividad (más nunca complicidad o participación) según las renuncias o designaciones de los respectivos miembros del gabinete presidencial. Tanto es así que al anochecer de la jornada le presentaron la dimisión al General Farrel;  específicamente el Jefe de Policía, Coronel Ramírez; el subjefe, teniente coronel (R) Oscar de Allende; el secretario general, Comisario inspector Ramón Cortés Conde; y el vice de la Coordinación Federal, vicecomodoro Raúl Pizales. Todos ellos abandonaron esa misma noche sus despachos.

La crónica policial.

-8.35; sección 14: La policía procedió a dispersar a una manifestación que se dirigía al centro.
-8.40; sección 2: Alrededor de 1.500 personas llegaron a Plaza de Mayo.
-9,00; sección 2: Llegan refuerzos de la policía y de bomberos. Estos han situado dos autobombas en Balcarce y Victoria; una sobre el Ministerio de Hacienda y la otra sobre la Casa Rosada. Tienen las mangueras listas para hacerlas entrar en funciones a fin de contener a manifestantes.
-9.05, sección 2: Por la calle Alsina se dirigen numeroso público en dirección a la jurisdicción 4ta. Se trata en total de unas 4.000 personas.

-9,30, sección 30: La policía de la seccional 30ta con refuerzo de la policía montada procedió a disolver una manifestación de unas 10.000 personas frente al Puente Pueyrredón.
-9,40, sección 22: Por la calle Belgrano en dirección al Puerto avanzaron alrededor de 500 personas a quienes la policía logró dispersar.
-9,45 sección 22: Una manifestación cuyo número se ha calculado en 5.000 personas se dirigió por Avenida Vieytes hacia el centro de la ciudad. La sección 22 solicitó refuerzos policiales al Departamento Central de Policía. Llegaron fuerzas de infantería, caballería y gases.
-10,00 sección 30: Alrededor de 3.000 personas cruzaron el Puente Pueyrredón para reunirse en jurisdicción de la Capital Federal.
-10,15, sección 28: Por la calle Uspallata en dirección al Oeste pasó una manifestación de 2.000 personas.
-10,45, sección 10: En Asamblea y Avenida La Plata se reunieron 400 personas que luego de permanecer largo rato vivando al coronel Perón, intentaron organizarse en manifestación lo que fue impedido por la policía.
-10,45, sección 4: Por Bernardo de Irigoyen se dirigió hacia Avenida de Mayo una manifestación muy numerosa que se calcula de 20.000 personas.
-10,55, sección 16: Bernardo de Irigoyen y Pavón se reunieron 4.500 manifestantes con dirección al centro.
-13,00 sección 21: En Las Heras dirigiendose hacia Plaza Italia marchan una manifestación de cuatro cuadras de extensión.
13,00 sección 1: En la Diagonal Norte y Florida alrededor de 2.000 personas se dirigieron en manifestación a Plaza de Mayo.

13,40 sección 2: Alrededor de 500 personas se dirigieron a la Plaza de Mayo por la diagonal Sur. Los bomberos ubicados en la calle Victoria frente al Ministerio de Hacienda abrieron las bocas de agua y dirigieron los chorros de las mangueras al suelo para evitar el paso de los manifestantes.

13,50 comisaría 31: Son dispersadas 3.000 personas frente al Hospital Militar mediante el uso de gas lacrimógeno.

13,50, comisaría 6: Tres cuadras de manifestantes se dirigen por la calle Belgrano hacia el centro.

14,25, comisaría 18: Por la calle San Juan a la altura de Entre Ríos pasan 400 personas en manifestación hacia el centro.

15,00, comisaría 26: Por la calle Herrera al norte avanzan 350 personas.
15,05, comisaría 20: Llega a la esquina de las calles San Juan y Rioja una manifestación  de 7 cuadras de extensión.
15,10, comisaría 34: 450 personas cruzan el puente Sáenz pidiendo la libertad de Perón.
15,45, comisaría 6: Llega al Congreso una manifestación de una extensión de 9 cuadras donde es desviada para evitar que pase frente a «Critica» y «La Razon». Se dirige a Plaza de Mayo.
16,20, comisaría 6: En San José y Avenida cruza una manifestación de una extensión aproximada de 12 cuadras.
16,30, comisaría 26: Por Montes de Oca al norte avanzan 4.500 personas.
16,35, comisaría 5, 1, y 3: En dirección al centro avanza una columna de 10 cuadras aproximadamente.
17,40, comisaría 26: Por Montes de Oca al centro, 300 personas y diez minutos más tarde, otras dos columnas de 509 y 300 personas.
18,20, comisaría 2: Tres mil manifestantes con carteles de la Federación de Empleados del Banco de la Nación llegan a la Plaza de Mayo.
18,30, comisaría 2: Llega a la Plaza de Mayo una manifestación de unas 2.000 personas encabezada por el ex ministro de Interior doctor Hortensio Quijano.

 

Como podemos ver la policía intentó contener a los manifestantes pero con el correr de las horas; viendo sobrepasadas sus fuerzas y ante la incertidumbre política que se vivía optaron por limitarse a garantizar el orden público.  Para ser lo más certeros posibles en la descripción de los hechos, creemos que la muchedumbre marchó y se manifestó mayoritariamente en forma pacífica pero que la jornada en su conjunto no estuvo exenta de violencia. Sería deshonrar a los que aquél día cayeron si no decimos que la movilización tuvo su saldo luctuoso. Una gruesa columna de la Alianza que había marchado en apoyo a Perón, al volver de la Plaza de Mayo y pasar por el diario Crítica fue tiroteada por elementos reaccionarios que dieron muerte a tres jóvenes (no uno como se dice habitualmente), se trataba de Darwin Passaponti, Francisco Ramos, y otro del que no se tiene la identidad. Todos pertenecientes a la Alianza Libertadora Nacionalista. Tampoco sería este el único “aporte” de sangre que el nacionalismo dio al peronismo, ya que el 6 de enero de 1946 al volver de un acto de apoyo a la candidatura de Perón, fue asesinado Armando Menendez, y el 10 de enero, al ser atacado el local de la Alianza en Córdoba y Salguero, morían Domingo Palermo y Horacio Quintana. Creemos pertinente recordar que la Alianza acompañó la candidatura presidencial de Perón pero presentando una lista de diputados propia. Y vaya aporte; uno de los candidatos, entre otras luminarias, era nada menos que el Padre Castellani.

Volviendo al tema del accionar policial en aquella jornada; otra muestra de la ambivalencia que la caracterizó fue el remanido tema de los puentes de acceso a la Capital. Miente Márquez  al decir que los mismos estuvieron  bajos para permitir el acceso de manifestantes de provincia hacia el centro de la ciudad. Todo lo contrario. Los puentes fueron levantados y como hemos dicho, frente a lo irreversible, la mayoría de los mismos, cerca del mediodía, recién fueron bajados. Las citas que presentamos rinden cuenta de ello: “Ya por 1945 el Riachuelo, un río que bordea el flanco de Buenos Aires era una alcantarilla abierta. Los primeros grupos de manifestantes cruzaron sin mayores dificultades los cuatro puentes levadizos que lo atraviesan y comunican con la ciudad. Hacia media mañana, sin embargo, la policía levantó los puentes sobre el Riachuelo en un intento de detener el flujo de gente. Resultó ser un gesto inocuo. El exaltado ejército cruzó en botes pequeños y maderos, los más recios se arrojaron a las fétidas aguas y nadaron hasta la otra orilla”.  (PAGE, Joseph; Perón, I Tomo,  Editorial Vergara, Bs As, 1984, pag. 155)
“Grupos de manifestantes, todavía sin dirección ni rumbo fijo, se concentraron en los puentes Almirante Brown, Pueyrredón, Barracas, Victorino de la Plaza, Alsina y de la Noria. Algunos de estos puentes fueron luego levantados, pero no el de Barracas, cuyo mecanismo fue inutilizado, seguramente por los huelguistas” (Noticias Gráficas, 17 de Octubre de 1945, Quinta Edición). “A las 9.30 según información oficial que da La Prensa, fue levantado el puente Pueyrredón, para impedir el paso a una nutrida columna, con muchas banderas, de la Unión Obrera del Petróleo. A esa hora unos 10.000 manifestantes se aprestaban para cruzar el Riachuelo. Blanca Luz Brum ha dejado un bello testimonio literario de la escena que contempló desde su puesto, junto al Riachuelo, ese día. Vale la pena reproducir un fragmento de ese relato: “Miré hacia la otra orilla del río –narra la escritora- y un espectáculo inolvidable golpeó mi sangre, llenándome los ojos de lágrimas. Miles de seres humanos, hombres, mujeres y niños, sacudían los terribles puentes de hierro como tratando de derribarlos, tenderlos de orilla a orilla, eran los aguerridos obreros peronistas de esos históricos reductos laborales que no estaban dispuestos a quedar marginados de la gran batalla que se iba a librar ese día, que no estaban dispuestos a quedarse llorando de impotencia separados de los que a esa misma hora invadían la ciudad con su tremendo clamor”. (CHAVEZ, Fermín, Peron y el peronismo en la historia contemporánea, Tomo I, Bs As, Editorial Oriente, 1975, pag. 48) “Desde hora temprana se van concentrando grupos de obreros en distintas esquinas de Buenos Aires. Con banderas y estribillos de: Perón! Perón!, van convergiendo hacia Plaza de Mayo. Por el mediodía los comercios empiezan a bajar sus metálicas. Han sido levantados los puentes sobre el Riachuelo para impedir el cruce de manifestantes que vienen desde Avellaneda, Ensenada, Berisso, La Plata, pero los trabajadores se arrojan al agua y pasan a nado. Inmensas columnas de hombres, mujeres y chicos,  avanzan hacia la Casa de Gobierno en apoyo a su Líder. Se rumorea que Perón ha sido traído de su confinamiento en Martín García, e internado en el Hospital Militar Central con una inflamación en la pleura. Cuando cae la tarde, todo el ámbito de Plaza de Mayo está cubierto por la multitud que sigue creciendo desde las calles aledañas. No nos vamos sin Perón! No nos vamos sin Perón!, es un grito unánime que retumba en el aire”. (PALACIO, Ernesto, Historia de la Argentina, Tomo V,  Río de Janeiro, Editorial Revisión, 1980, pág. 30). “La gente se venía nomás. En algunas fábricas de Avellaneda había piquetes que invitaban a concentrarse en la Avenida Mitre, pero no en muchas. Una consigna telepática paraba en las puertas a los obreros y los hacía rumbear a la Avenida Mitre que desde las siete de la mañana hierve de gente. ¡A Buenos Aires! ¡A traer a Perón! No solamente en Avellaneda; en Banfield, Gerli, Quilmes, Lanús. Los primeros pudieron cruzar el puente muy de mañana, pero a las ocho Emilio Ramírez consiguió que la policía lo levantara. No importa: se cruza en las barcas semipodridas amarradas a la ribera, o en tablones improvisados, o a nado”. (ROSA, José María, Historia Argentina, Tomo XIII, Bs As, Oriente, 1992, pág, 190)
En las primeras horas de la tarde, varias columnas confluyen en Avellaneda, ante el puente ubicado en la unión de las calles Pavón y Mitre. Era una muchedumbre de cincuenta mil personas –sostiene Cipriano Reyes, uno de sus líderes- (…) Pero –apenas pasadas las 16- cuando la multitud se apresta a pasar, las pasarelas del puente son levantadas para evitar su paso…-Vamos por el ferrocarril- gritaron algunos. –Vamos por el otro puente…En esos momentos se produce un hecho insólito. A orillas del Riachuelo hay pilas de maderas, troncos y palos de árboles, algunas canoas y pequeños botes viejos abandonados: los más audaces manifestantes se lanzan al agua abrazados con una mano a esos troncos y tablones, o asidos a los bordes de los botes y remando con la otra mano, tratan de cruzar a nado (…) Aquello fue un espectáculo maravilloso”. (REYES, Cipriano, Yo hice el 17 de octubre, citado en GALASSO, Norberto, Perón, formación, ascenso, y caída (1893-1955), Bs As, Colihue, 2005, pág. 326)

Queda demostrada la falacia de Márquez, queriendo restar importancia al 17 de octubre. Todo pareciera servirle: una supuesta complicidad policial, puentes que se bajan para facilitar accesos, poca concurrencia en la Plaza de Mayo y poca repercusión en los medios gráficos. Nos preguntamos si estos  son los elementos  válidos para el análisis político y sociológico que un hecho inédito en la historia Argentina merece. Pero más allá de nuestra propia valoración está la verdad histórica, que como hemos visto es incontrastable. Pareciera fútil la discusión respecto a la cantidad de asistentes a la Plaza de Mayo en aquel 17. Pero ya que se pretende tergiversar la historia y restar importancia a hechos fundamentales de la misma, nuevamente vamos a recurrir a citas de diferente procedencia para demostrar lo que todos saben menos Nicolás Márquez, que la Plaza de Mayo estaba repleta de gente pidiendo la libertad del coronel Perón: “Al asomarse Perón se desató una ovación continuada de 15 minutos de duración subiendo de una multitud que para entonces llegaba a los 300.000, según los cálculos más razonables”. (Page, Joseph, op. cit. pág 160)
“Al acercarnos a la Casa Rosada vimos que la plaza estaba atestada de descamisados, alrededor de la Casa de Gobierno había un cordón de policía montada, pero no hacían esfuerzo alguno para impedir el paso de la gente ni se metían para nada con la multitud” (Sir KELLY, David, El poder detrás del trono, Bs As, 1962).
“El día 17 de Octubre de 1945, como le decía, yo era el responsable de la Casa y de la estructura física del Ministerio de Marina en la Casa de Gobierno. No debía abandonar la casa. Le pregunté al Capitán Brunet en que bando estaba él, si en el peronista o en el otro. No era cosa de pelearnos entre nosotros. Me respondió pidiéndome que me retirara a mi casa y le diera licencia a todo el personal. Con todo respeto, señor Capitán, le dije, yo soy el responsable de los elementos físicos de la Secretaría de Marina y del Ministerio y me voy a quedar aquí. Hice iluminar todo el Ministerio, sus habitaciones y oficinas, vestí el uniforme y me trasladé  a la entrada de la Casa de Gobierno en Balcarce 60. Allí me quedé a ver lo que pasaba. La multitud desbordó la Plaza de Mayo y tiró las puertas abajo. Entraron los policías a caballo, era un revuelo increíble (…) De inmediato entraron unos muchachos sudorosos y que se veían muy cansados.
Comenzaron a dar vueltas alrededor de mí y me miraban extrañados. Les parecía mentira ver a un oficial parado ahí. Se acercó uno y me dijo, ¿Dónde está Perón?, lo queremos ver, venimos cansados de Ensenada… Le respondí: No sé dónde está Perón, debe estar ahí arriba. En realidad Perón estaba en el Hospital Militar, pero yo no lo sabía. Al tiempo, había acudido un teniente con un pelotón de la compañía de infantería que custodiaba la Casa de Gobierno y me dijo: Con su permiso señor Capitán, voy a hacer desalojar toda esta gente que está aquí adentro. Sí, le respondí, pero con una condición: no disparen ningún tiro adentro del edificio, adentro del Ministerio.
Se retiraron entonces, con la promesa de que se iban a cumplir mis instrucciones. Di una orden y los soldados pusieron rodilla en tierra, dieron vuelta  sus fusiles –con la culata para adelante- y comenzaron a sacudirles las cabezas a los revoltosos. Sonaban sus cabezas que parecían mates. Por supuesto permanecí en el Ministerio toda la noche, y a eso de las once, escuché el discurso demagógico de Perón”. (MICHELINI, Pedro, El 17 de Octubre de 1945, Bs As, Corregidor, 1994, pag 24-25).

“¿Cuánta gente había en la plaza en ese momento?…La Epoca dirá que un millón; pero el número es exagerado; El Mundo (nada peronista) que medio millón; yo, que me encontré allí, sólo puedo decir que ocupaban casi toda la extensión de la plaza. No me puse a calcular cuántos eramos, sólo que muchísimos”. (ROSA, José María, Historia Argentina, Tomo XIII, Bs As, Oriente, 1992, pág, 199)
“Aproximadamente a las 23, Farrell y Perón ingresan a la Casa Rosada. “Venga, hable –me dijo Farrell”, recuerda Perón. Minutos después, Juan ingresa al balcón y se abre ante su mirada un espectáculo majestuoso mientras una ovación atronadora saluda su presencia. En la noche de Buenos Aires, una inmensa muchedumbre –que algunos estiman en trescientos mil, otros en quinientos mil y el diario La Epoca en un millón de personas– vibra coreando su nombre: “¡Perón!, ¡Perón!”. (GALASSO, Norberto, Perón, formación, ascenso, y caída (1893-1955), Bs As, Colihue, 2005, pág. 335)

Desde el Embajador inglés en Argentina; pasando por el insospechado de peronismo, Isaac Rojas, hasta diarios de la época e historiadores, todos convienen en un punto: el acto de apoyo a Perón en la Plaza de Mayo fue masivo y oscilaba entre las 300 mil y el millón de  personas. Estos cálculos nos parecen acertados toda vez que los confrontamos con la crónica policial que hemos reproducido y daba cuenta de la cantidad de personas que transitaban por diferentes puntos de la ciudad convirtiéndola en un verdadero hervidero.

Como conclusión; pensamos que no es posible separar el 17 de octubre de la revolución de junio de 1943. Este fue el punto de partida de una relación entre Perón y los trabajadores cuyo punto máximo fue el 17 de octubre, y su canal de legalización la elección del 24 de febrero de 1946 que designó presidente por primera vez, al Coronel Juan Domingo Perón. Estos años con sus grandes mojones en la historia son  parte de un proceso de maduración del pueblo argentino que a nuestro juicio fue el verdadero protagonista de aquel día. No se trató de un “putsh” militar como algunos germanófilos pretenden. Se trató de una incontenible movilización popular en la que los sindicatos fueron la piedra basal que encauzó al conjunto del pueblo todo.

Sin embargo creemos que nadie describió aquella jornada como ese patriota que fue Don Scalabrini Ortiz, por lo que  para cerrar este artículo reproducimos – haciendo nuestras- sus palabras: “El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.
«Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.
«Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.»
(En Hechos e Ideas, febrero 1946.)

(*) Historiador revisionista. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador. Además es Diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y en Relaciones Internacionales (UAI). Publicó “San Martín, Rosas, Perón. Un homenaje a Fermín Chávez” (2008); “Estévez. Vida de un Cruzado” (2009); “Raúl Scalabrini Ortíz. Sus libros y sus enseñanzas” (2009); “Aportes al Bicentenario” (2011); “Historia de la Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas” (2013). Es columnista en “Noticias del Congreso Nacional”. Como historiador, pensador y periodista siempre se manifestó estrechamente vinculado al Pensamiento Nacional y a la Doctrina Nacional del Justicialismo. Actualmente es el Director de Cultura de la Fundación Rucci de la Confederación General del Trabajo.

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