24 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

Los ideologos del feminismo

Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sarte y Michel Foucault fueron el incio del auge de los filósofos franceses. Este fenómeno continúa durante la década de los ‘70s y ‘80 culminando con Monique Wittig. Wittig tomó renombre por ser la que dió comienzo al movimiento “feminista radical lesbiano”. Comenzamos la tercera ola feminista y esta era la apoteosis final del sueño foucaultiano, el ser absoluto – y no sólo la sexualidad – como construcción social e instrumento de poder, como una completitud del “la mujer se hace” que alguna vez planteó Beauvoir.

Hasta el momento, el feminismo sólo había cuestionado los roles de hombres y mujeres y sus jerarquías pero, ahora, un nuevo eje de discusión surgía: ¿qué era al fin y al cabo ser mujer o ser hombre? Si estas relaciones de poder estaba impuestas por la sociedad ¿acaso no era lógico pensar que las esencias de la masculinidad y la feminidad eran un producto del adiestramiento? En 1992 teoriza este pensamientoen su libro “El pensamiento heterosexual”. El razonamiento lesbiano de Wittig no buscaba transgredir, sino suprimir completamente las categrías de género y sexo. La feminista Rebecca Walker es la primera en acuñar el término “Tercera Ola” y en un artículo publicado en la revista “Ms” escribió lo que podría resumir en su enteridad la doctrina feminista y poner en evidencia a esta fatal ideologia como sexualidad al servicio de la política: «Así que escribo esto como una súplica a todas las mujeres, especialmente a las mujeres de mi generación: permitan que la confirmación de Thomas sirva para recordarles, como a mí, que la lucha está lejos de terminar. Deje que este rechazo de la experiencia de una mujer lo lleve a la ira. Convierta esa indignación en poder político. No vote por ellos a menos que trabajen para nosotros. No tenga relaciones sexuales con ellos, no rompa el pan con ellos, no los alimente si no le dan prioridad a nuestra libertad de controlar nuestros cuerpos y nuestras vidas. No soy una feminista post-feminista.Yo soy la tercera ola.»

En 1990, la filósofa feminista radical de origen judío Judith Butler publica la nueva biblia feminista: “El género en disputa”, allí implementa por primera vez los conceptos de “género no binario” y plantea al género como un espectro. Butler toma de John Austen su teoría de los actos del habla, es decir, del habla y el lenguaje como creadores y afirmadores del “yo”. En esta hipótesis se basa el infame ”lenguaje inclusivo”, que es en realidad una herramienta orwelliana de control mental para configurar las percepciones e ideas del común de la gente∙ De Michel Foucault toma su visión constructivista de la sexualidad. De Jacques Derrida (probablemente su más grande influencia), toma su teoría de la deconstrucción. En el sentido derridiano, esta visión deconstructiva tien la pretensión de acabar con el dualismo de los géneros y los sexos que no son más que oposiciones ideológicas para mantener la opresión de uno sobre el otro basada en la instauración de jerarquías. Esto significa que para eliminar la “opresión” no bastaba con cuestionar los roles de género sino que había que cuestionar el género en sí.

Al igual que el Marqués de Sade, Butler propone a la Naturaleza como una inversión de la entendida por el Cristianismo. Según Butler la naturaleza es en realidad una naturalización de la construcción cultural,. El hombre no debe atenerse a las Leyes de la Naturaleza (que para el Cristianismo provienen de Dios), sino que el Hombre crea a la Naturaleza, “el Hombre dios” como lo llamaban los iluministas de la Revolución. Así queda constituida la teoría reinante en esta fase del feminismo que llamaremos “postfeminismo”, puesto que ya se ha superado la etapa de la «reivindicación de la mujer» y hemos entrado en otra que busca la abolición de la mujer. La teoría de la performatividad del género es lo que prima en todos los discursos de la progresía actual haciendo intersección en todas las posibles clases de “opresión”. Podríamos resumir las ideas de Butler como antiesencialistas y como el máximo ejemplo de la encarnación del antiLogos.

Eliana Micaela Morales

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