19 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

«Maldita economía», por Federico Addisi*

En tiempos de un economicismo exacerbado aunque distorsionado por el peso de las finanzas, consideramos oportuno hacer algunas reflexiones.
Partiendo de la premisa de que la economía es una herramienta para el hombre, se puede afirmar que éste es el sujeto de la misma. Es su razón de ser, su sentido. La realidad económica no está separada del hombre; por el contrario, es su creador. Las acciones que el hombre realiza respecto de las cosas pueden ser definidas como un primitivo concepto económico.
En toda comunidad organizada los hombres se agrupan en sociedades. Es la sociedad el eje en torno del cual se desenvuelven las actividades económicas. Para regular éstas actividades se construyen en la sociedad un todo llamado sistema económico.
Un sistema económico es en esencia un conjunto de instrumentos jurídicos y sociales en el seno de los cuales se ponen en práctica para asegurar la realización del equilibrio económico, ciertos medios técnicos organizados en función de ciertos móviles dominantes. Los móviles varían de acuerdo al sistema económico que se aplica, a su vez éste varía según la política de fondo que lo regula.
Según exista mayor o menor regulación; o como se dice actualmente, mayor o menor intervención del Estado, va a poder hablarse del sistema económico que se asumió; así puede ser un sistema capitalista o colectivista; cerrado o de intercambio, etc.
En la segunda mitad del siglo XX, y sobre todo con el fin de la segunda guerra mundial y el respectivo reparto que dividió al mundo en dos grandes bloques, se suscitó una lucha entre dos grandes sistemas económicos. Aunque preciso es decirlo, para estar en consonancia con la idea que sostenemos, que ambos sistemas, desde el punto de vista filosófico, eran profundamente materialistas. Así, el capitalismo se opuso al comunismo, que hacia fin de siglo vio como todas sus premisas se derrumbaban junto con su paradigma; la URSS.
Destruido el enemigo comunista ya nada se oponía a la total hegemonía del sistema capitalista y librecambista que se apresuró a proclamar, Fukuyama mediante “el fin de la historia”; o al decir del ex presidente de EEUU, George Bush, se estaba frente a un “nuevo orden mundial”.
Quedaba en evidencia la verdadera identidad del neoliberalismo capitalista; la Tiranía del Dinero.
El modelo no se basó en el bien común, no fomentó una sana competencia que promoviera el desarrollo; ni tampoco trajo equidad. No. Lejos estuvo de eso.
Hoy, transcurrido el primer cuarto del siglo XXI, asistimos perplejos a una forma de subyugación y esclavitud, tan vieja como la humanidad misma, la explotación del hombre por el hombre, los “contratos basura” en nombre del empleo; la marginalidad en lugar de la integración y la solidaridad; la concentración del dinero en manos de unos pocos en perjuicio del hambre y la miseria de muchos; la dominación de los débiles en favor del poder de los fuertes. El hombre ha dejado de ser el sujeto de la economía para convertirse en un simple objeto de la misma. La economía ya no sirve al hombre sino que éste sirve y vive para aquella. Es el paroxismo del “hommo economicus”.
Ya lo decían los textos sagrados: “No adorarás al becerro de oro”. Este fenómeno ocurre, entre múltiples factores, porque quienes detentan el poder (la plutocracia internacional), que siempre han existido; para satisfacer su desmedida ambición, han invertido el ciclo natural de las cosas. Por supuesto que este fenómenos no es ajeno al materialismo que reina en el mundo en general, y en la “civilización occidental” en particular; como así también a la pérdida de una idea o visión trascendental del hombre. Todo esto enmarcado en este modernismo agnóstico y secular.
Esos sistemas económicos, que como ya se ha señalado, tienen su origen en un proyecto político (neoliberalismo), apuntan siempre al vaciamiento de los países más pobres – o periféricos – y a la transferencia de riquezas hacia los más poderosos – o países centrales.-
Pero es el pueblo, el que respondiendo a la tradición de las encíclicas papales de carácter social, y puntualmente, al llamado por tierra, techo y trabajo de su Santidad Francisco el que hará reverdecer la mal tratada justicia social.

(*) Historiador revisionista. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador. Además es Diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y en Relaciones Internacionales (UAI). Publicó “San Martín, Rosas, Perón. Un homenaje a Fermín Chávez” (2008); “Estévez. Vida de un Cruzado” (2009); “Raúl Scalabrini Ortíz. Sus libros y sus enseñanzas” (2009); “Aportes al Bicentenario” (2011); “Historia de la Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas” (2013). Es columnista en “Noticias del Congreso Nacional”. Como historiador, pensador y periodista siempre se manifestó estrechamente vinculado al Pensamiento Nacional y a la Doctrina Nacional del Justicialismo. Actualmente es el Director de Cultura de la Fundación Rucci de la Confederación General del Trabajo.

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