20 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

«Ni Alberto, ni Cristina: quien ganó esta semana fue la Democracia» por Juan José Postararo

Parece complejo, luego de una tan vertiginosa semana creer que sea el pueblo quien más provecho sacó. Cuesta mirar un horizonte entre tanta bruma aun sin dispersarse en la atmosfera.

Pero lo cierto es que, en ocasiones, es necesario un sacudón importante para despabilarse. Alguien que agarre del hombro al compañero y lo zamarreé para que entienda que la cosa no funciona. Que la idea no es romper, pero si atacar de cuajo un problema antes de que se consolide y sea determinante. Sucede en las amistades, en las parejas e incluso en la política. Y eso hizo el oficialismo. Quizás las formas no fueron las adecuadas, quizás hubo demasiado estallido, pero fueron más bien “balas de salva” que dinamita pura.

Hace unos días apenas, en esta misma columna alertábamos sobre el no pecar de inocente y, menos aún, subestimar la mirada política que tienen Cristina Fernández. Intuíamos que la famosa “carta pública” estaba lejos del “golpe institucional” que algunos percibían  y se arcaba más a una jugada ajedrecistas para enderezar un “barco” que parecía torcer su rumbo.

El cimbronazo que implicó las PASO desencadenó en un debate interno del oficialismo que, lejos de dañar la democracia, la enaltece, la fortalece y cimienta.

Basta un ejemplo cercano: cuando Macri perdió las PASO en 2019 la reacción fue contundentemente diferente a la actual. No se dirimieron internas en el frente de Cambiemos, sino que, peor aún, se trasladó el resultado electoral a la economía. Incluso se propagó un “discurso del miedo”: «Si el kirchnerismo gana, esto es solo una muestra de lo que puede pasar. Es tremendo lo que puede pasar» sentenció el ex presidente en aquel entonces.

El marcado reacciono entonces fuertemente: las acciones y los bonos argentinos se desplomaron en la apertura de bursátil de esa semana. Algunas acciones cayeron más del 50% y los bonos cerca del 15%.

En tanto, el dólar escaló vertiginosamente y llegó a venderse con alzas de más del 30% respecto al cierre del viernes anterior a los comicios.

Más de Macri en aquellos días: «El viernes (9 de agosto de 2019, anterior a las PASO) estábamos en una situación en donde el dólar bajaba, las empresas argentinas mejoraban, la financiación aumentaba, y se consolidaba el proceso de baja de la inflación y de crecimiento de la economía».

Y luego agregó, con un mensaje que apuntaba a generar temor ante una probable victoria del FdT: «Vamos a hacernos cargo, pero las cosas así no van a mejorar porque el problema mayor que hoy tenemos los argentinos es que la alternativa kirchnerista no tiene credibilidad en el mundo, no tiene la confianza necesaria para que la gente quiera venir a invertir al país».

La realidad en efecto muestra otra moneda. Otra cara. Otra forma de llevar un resultado adverso en las urnas. Las culpas se dirimen puertas adentro (o públicamente si se quiere) pero lejos de atacar una economía ya de por si vapuleada. Eso es un cimiento importante para nuestra joven democracia.

Y a la larga, esta forma de atravesar crisis, conllevan a un mejoramiento de la sociedad en su integridad, independientemente de la bandera política que enarbole. Lo acontecido en el Frente de Todos no fue “patear el tablero” y un «sálvese quien pueda», sino un “barajemos y demos de nuevo”.  Fue el hacer emerger a flor de piel un debate en cuanto al rumbo económico a seguir, que existía y quizás se minimizaba, obnubilado por alguna que otra encuesta que (como tantas otras veces) miraba “otra Argentina”.

En resumen, en un primer análisis, en esta semana tan disruptiva, no ganó ni Alberto, ni acaso tampoco Cristina. Ganó la Democracia y por consecuencia directa, la Argentina.

Ahora bien, es necesario que este inicio de “madurez” en el debate, no quede anclado al juego discursivo, sino que se traduzcas en acciones, rápidas y eficaces.  Porque más allá de lo que pueda suceder en Noviembre, todavía al oficialismo le quedan dos años de gestión,  y eso es mucho tiempo para un pueblo que la pasa mal.

Es hora de entender que acá no se trata de “ganadores” o “perdedores”, sino de consolidar las bases que puedan llevar a la Argentina a un futuro, mucho mejor del que tuvo, del que tiene y del que merece.

 

Para NCN por Juan José Postararo