23 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

NOTA DE OPINIÓN – ¿Hacia dónde va el peronismo? por Pablo Anzaldi*

Las recientes elecciones muestran que el gobierno de Macri tiene un 35% de respaldo y se erige en vencedor de la contienda- como seguramente pasará en Octubre- por la única razón de la dispersión del voto a los candidatos procedentes del peronismo, en proceso de provincialización y municipalización, y a la imposibilidad de alcanzar un mecanismo de funcionamiento que lo unifique y entusiasme para la participación en el plano nacional. En el nivel de los candidatos más relevantes, la división es una renuncia a la identidad peronista: Cristina con su Unión Ciudadana (sepultando al FPV, ya inexistente), Massa con Stolbizer en 1País, Randazzo con la decadente tristeza de Alberto Fernández y Abal Medina (hijo- sobrino) en un PJ usado como sello de goma, así como los gobernadores con espacios nominales electorales acotados a las provincias. Híper concentración en los distritos, renuncia al nivel nacional de la política.
El caso de Córdoba es característico: años atrás, De la Sota anunció el “cordobecismo”, una política que empieza y termina en Córdoba; hace dos años, Schiaretti y De la Sota no percibieron en qué medida la victoria descomunal de Macri en su provincia era su propia derrota y desataba una ola que está próxima a sacarlos del poder para siempre. Pero cuidado con los reproches: nunca más acertada la idea de Hegel que dice que “lo real es racional y lo racional es real” que en el caso de la provincia de Buenos Aires. La derrota a Aníbal Fernández fue para el bonaerense un acto de legítima defensa. Y consagrar a Scioli como presidente hubiera sido una especie de premio a la cobardía y el acomodo, así como consagrar a Macri es una medalla al hijo de los negociados y el vaciamiento del Estado.
Contra las apariencias, la división del peronismo y el triunfo de Macri no es un mero problema técnico de convocatoria a elecciones internas en la que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”. La subestimación del Partido Justicialista como un mero instrumento electoral del Movimiento se vuelve contra sí misma en la medida en que el Movimiento carece de capacidad para generar su propio instrumento electoral de acceso al poder. Unas internas peronistas- ahora súper facilitadas por las PASO- que ratifiquen la unidad de acuerdo al sentir de las bases sería lo más sencillo. Pero en política, parafraseando a Clausewitz, “lo más sencillo a menudo es lo más difícil”. La “dirigencia” política- ni menos aún los sindicalistas empresarios- tiene fe humana en el Movimiento Peronista. Por lo tanto, menos han de creer en el instrumento político- electoral de ese Movimiento que, al carecer precisamente de vocación unificada para el poder, queda en estado de latencia, suspendido. Esta crisis de creencia es una crisis de identidad. Pero no se debe a una mera amnesia histórica y doctrinaria- que también la incluye, por cierto- sino más bien al miedo que los susodichos tienen a un peronismo en marcha porque su energía orgánica desataría un proceso vertiginoso que aceleraría la velocidad de las partículas, poniendo en rotación y riesgo grandes y pequeños negociados en los que tantos están enfrascados. Por ello cada cual atiende su juego. Surge así, el retorno de lo que el General Perón llamaba los “logreros”: peronistas que creen que hay que estar en todas partes porque siempre se pueden “hacer cosas” (incluso en Cambiemos, la masa espiritual supremacista blanca, el frente contra los que comen choripan). Y el correlato de los “logreros” son los que predican la unidad por la unidad misma, vuelo corto y subjetivo que pretende cerrar en falso una herida sin sanarla.
Así las cosas, podemos augurar tres posibilidades para el futuro del peronismo:
1- La profundización de la actual decadencia política y su mera y declinante presencia distrital y provincial- incluyendo parcialidades funcionales al régimen de Cambiemos (cristinismo, Massa, etc.)- como garantía de una década macrista.

2- La progresiva recuperación del Movimiento y del Partido Justicialista a través de la emergencia de liderazgos- individuales o en equipo(al menos provisoriamente).

3- La transustanciación de su Proyecto histórico en una nueva materia política. Una estrategia en acción hacia una Argentina poderosa depende de los trabajos y los días, y de la fuerza del destino.
Raigalmente, el peronismo de Perón ha sido la forma más perfecta de la Argentina esencial y soberana, acontecida en el surco de la tradición popular de los comuneros de Castilla y Paraguay, en la Reconquista de Buenos Aires, en la Revolución de los Restauradores, en el Yrigoyenismo. Poco o nada de ello se sabe en los pretensos círculos dirigenciales. Vistas las cosas en perspectiva, la identidad popular abarca fases relativamente cortas de ejercicio del poder. Para los que leímos con devoción la Segunda Carta a los Tesalonicenses de San Pablo no debería tomarnos por sorpresa. Carl Schmitt supo leer la historia “casi” al revés que el progresismo y René Girard tuvo la visión de la realidad a la luz de los grandes párrafos proféticos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Ése es el real camino de la Verdad: obstaculizar temporalmente el avance de la soberbia creando espacios de soberanía, justicia y felicidad, forja ejemplar y causa final de los humildes. Una sólida Verdad a la búsqueda de su materia histórica.

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