29 de marzo de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

¿Qué hay detrás de la moderación? Por Alberto Asseff

 

Por comparación, el presidente parece moderado. Contrasta con su compañera en el binomio, aunque se integran y articulan, cada uno ejerciendo un rol y así satisfaciendo a su arco de seguidores. Calculadamente, pareciera que mientras uno genera expectativas favorables en los petroleros la otra suscita lo mismo en los fanatizados que cantan al son de la venganza.

Empero, ¿se diferencian en sectarismo? A la luz del gabinete nacional el poder se ejerce desde y con el 48%. Ni un atisbo de apertura, salvo la captación – ¿por qué el eufemismo de cooptación si tenemos un verbo tan claro?- en la que se  labora con vocación de tejedor en el Poder Legislativo. Pero esa modalidad de tejer no implica abrirse sino absorber.

¿Son distintos en esa adicción al poder que está en el ADN del justicialismo? Teniendo a la vista el texto de la pomposamente autodenominada “ley de Solidaridad y Reactivación Productiva”, la búsqueda de los superpoderes, del mando concentrado, los iguala. Durante doce años y medio los presidentes Kirchner gobernaron con esas facultades delegadas y con una declarada emergencia pública, no obstante que en tres años largos de ese extenso lapso se “creció a tasas chinas”,  conforme lo proclamaba desde el atril y por cadena nacional la actual vicepresidente.

¿Son dispares en su tendencia al relato? Esta ‘especialidad de la casa’ que caracteriza al justicialismo también la comparten. “Tierra arrasada” es la voz de mando para que esa falacia se instale en la Argentina. Es la forma de justificar desde los excesos en el ejercicio del poder hasta ciertas restricciones que deberán establecer por imperio de las circunstancias fiscales y de la nula decisión de racionalizar las cuentas.

¿Son disímiles en demagogia? Están igualados. Por caso, haciéndoles creer a los más necesitados con dos bonos de $5.000 – eso sí, con billetes nuevos, sin la fauna autóctona – serán ‘beneficiados’, mientras todos los estamentos que trabajan, pagan impuestos, producen serán aún más literalmente expoliados. El 52% que no votó al actual oficialismo y especialmente el casi 41 que votó por Mauricio Macri deberá pagar la continuidad del sistema de sobregasto público. Esto está transparentado – mal neologismo hablando de una gestión de raíz justicialista – con la elevación de once Secretarías de Estado a Ministerios o con los $400.000 que costará el custodio de la vicepresidente en Cuba, en los primeros días de 2020.

¿Son diversos en evitar la impunidad, madre de la corrupción? Acuñando el llamado “lawfare”, denostando a las prisiones preventivas en simultáneo con el rechazo de la existencia de delitos – “todo está armado por los medios”; “se la instaló para no discutir la evasión”, dijo osadamente en nuevo titular de la UIF -, ambos se identifican con la nefasta convalidación del saqueo. Aspiran a archivar las causas con un fulminante ‘despacho judicial’: acá no ha pasado nada. Obviamente, colaboran en este plano los señores jueces que antes que en Códigos son expertos tiempistas de la atmósfera política.

En estos días que lleva el nuevo gobierno ‘nihill novum sub sole’. Se apuesta al pleno de las ‘políticas públicas’ financiadas por el exprimido sector productivo y las clases medias. El Banco Mundial lo ha dicho: la Argentina está al tope de la presión tributaria, sólo superada por las islas Camoras.

Los actuales gobernantes quieren ratificar una patente fracasada: crecer sin inversiones genuinas o, peor, espantando a los capitales de riesgo provenientes del ahorro interno. Ni hablar del ahorro externo.

La oposición a la que pertenecemos tiene un doble mandato: ser constructiva, pero firme. Y mantenerse unida, pero ampliándose. Nuestra postura naturalmente se gratifica al ver los abrazos del 8 de diciembre en la misa de Luján el 10 en la Asamblea, pues aspira a derrumbar los muros del odio. Pero se alarma con los superpoderes y la asfixia impositiva mientras ni siquiera se mencionan ni la corrupción ni el despilfarro ni el descomunal gasto público ni la inflación.

Detrás de la moderación existen muchas incertezas. O, peor, algunas certezas llenas de perspectivas oscuras. Nos empeñaremos en ayudar. Pero tenemos límites.

*Diputado nacional de Juntos por el Cambio

Deja una respuesta