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Don’t look up: «No mires para arriba» y el drama de la política argentina. Por Pablo Winokur

En la película «Don’t look up» un grupo de científicos descubre que un meteorito va a impactar en la Tierra en seis meses y va a destruir el planeta. Para evitarlo hay que mandar unas bombas atómicas al meteorito para desviar su curso. Era una operación sencilla, pero había que convencer a la opinión pública, a la política (la presidenta de Estados Unidos) y a las corporaciones de la importancia de la misión.

Es una película que se estrenó hace días en la plataforma Netflix protagonizada por Leonardo DiCaprio, Meryl Streep, Jennifer Lawrence, Timothée Chalamet y Cate Blanchett y es dirigida por Adam McKay.

La película, siempre con tono de comedia, muestra que nadie está dispuesto a ceder sus privilegios para evitar la catástrofe que se avecina y todos quieren sacar un rédito personal de la situación.

A la Argentina le impactó un cometa. Pero nadie está dispuesto a ceder sus privilegios para revertir la catástrofe y todos quieren sacar un rédito personal de la situación…

Esta semana se vieron dos claros ejemplos de eso…

La gestión de la grieta

Hace al menos dos años que todas las decisiones que se toman de un lado y del otro, son para oponerse a que del otro lado obtengan una victoria táctica. Entre los espacios hay diferencias ideológicas pero son como Tom y Jerry, Batman y el Guasón, Superman y Lex Luthor. Se necesitan mutuamente para subsistir. Si no repiten el gag que todos queremos ver, se acaba el show y se cambia de canal.

Quizás no haya puntos de encuentro. Y donde los hay, tienen que buscar diferencias. Porque la clave es oponerse para que la tribuna aplauda. Aquel que señale una coincidencia va a ser abucheado por los fanáticos; aquel que dé una mínima ventaja será acusado de traidor. Si el enemigo crece en la coincidencia, hay que pisarle la cabeza buscando alguna disidencia.

Pero todas las diferencias entre la dirigencia política se borraron la semana pasada cuando la Legislatura bonaerense tuvo que sentarse a debatir una ley sobre las rereelecciones de intendentes.

  • La oposición presentó un proyecto
  • El oficialismo lo cambió
  • La oposición atacó las reelecciones
  • El oficialismo las defendió
  • Todos votaron a favor

Se hizo sin debate, por la noche del día de los inocentes casi cerrando el año y con la gente en otra.

Cuando parecía imposible que oficialismo y oposición se pusieran de acuerdo en algo, ellos lo lograron. Los argumentos para avalar las reelecciones fueron llamativos:

 

  • “Estamos vetando la posibilidad de que algunos vecinos que con esfuerzo y dedicación se ganaron la representatividad de los vecinos, se puedan presentar”, bramó Fabio Britos del bloque oficialista 17 de octubre
  • «Los libertarios creen que la libertad tiene un límite», Susana Gonzalez que además pidió una reforma constitucional para «poner límite» al unico poder del estado que no es votado por el pueblo
  • «Nos damos latigazos en la espalda para que nos aplaudan dos conductores de cuatro canales de TV porque estamos criticando la política, la gran enemiga de los que no quieren transformar nada», dijo César Valicenti (Presidente del Bloque del FdT)

 

Se da una paradoja. El peronismo cree que todo tiene que ser regulado por el Estado, menos la política. Las regulaciones valen para las tarifas, los precios de los alimentos, la medicina, las importaciones, las exportaciones, los viajes, el dólar, la Justicia… todo es regulable menos el derecho a un intendente a presentarse a una re-reelección.

La casta tiene sus prioridades, diría Milei.

Nobleza obliga: los legisladores de Massa, Vidal, Carrió, Lousteau votaron en contra de esta nueva reformaProbablemente tampoco haya sido pensando en el bien común (¿quién se perjudica con las re-reelecciones?); pero como sea, se opusieron.

 

Al enemigo, ni Justicia

 

El miércoles en el Senado se aprobó una reforma de la ley de Bienes Personales. El oficialismo en esa Cámara que encabeza Cristina Kirchner quedó un senador abajo del quórum propio. Necesita sumar un aliado para poder empezar los debates.

El número puesto es Alberto Weretilnek, senador y exgobernador por el partido provincial de Río Negro. Salvo en temas puntuales, siempre juega con el oficialismo. Por fuera de Juntos por el Cambio, está Alejandra Vigo, la mujer de Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba; es representante de la provincia más antikirchnerista del país y no puede dar signos de colaboracionismo si quiere sobrevivir políticamente.

Un senador por Catamarca, Guillermo Andrada, dio positivo de Covid en las pruebas previas a la sesión. Al oficialismo le faltaba un senador y la sesión estaba a punto de caerse.

El tema se tenía que debatir antes del 31 de diciembre. Por un lado para que puedan entrar en los ejercicios contables de este año esa rebaja de bienes personales; por otro porque se le caía la alícuota especial para bienes en el exterior.

La sesión había sido convocada para las 15 del miércoles. Según el artículo 15 del reglamento del Senado, si a la media hora de convocada no hay quórum, la sesión se cae automáticamente. 15.30 no había quórum.

Se esperó un rato más. 15.39 una senadora aliada de Juntos por el Cambio -Clara Vega, de La Rioja- bajó y dio quórum. La oposición pidió la nulidad de la sesión (porque había pasado más de media hora). El oficialismo siguió adelante.

Cornejo, jefe del interbloque, planteó la situación. Había que terminar con esa sesión. José Mayans presidente de bloque oficialista planteó una moción para interpretar el reglamento y poder seguir adelante. Dijo que los senadores estaban alrededor de sus bancas 15.30 pero que aún no se habían sentado. Se votó por unanimidad (obviamente, Juntos por el Cambio no estaba) y se siguió adelante.

«Hay un exceso, un abuso de poder. No es una cuestión política no judiciable. Están cambiando el régimen político. Sin garantías políticas y judiciales, te convertís en Venezuela.”, dijo a A24.com una senadora al terminar la sesión. La expresión toma validez porque es una legisladora que no está enrolada entre los halcones del bloque.

  • Dos puntos de debate sobre este tema:
  • Es uso y costumbre de las cámaras tener tolerancia sobre ese punto del reglamento. Nunca son tan estrictos. ¿Está bien exigir de repente ser estricto?
  • Cuando la oposición era gobierno también hacía uso de esta facultad de extender el tiempo de espera. Los dos usan el reglamento como les conviente cuando les conviene.

La gran pregunta es por qué Clara Vega decidió dar quórum en esa sesión. La respuesta alarma: «Tengo que asegurar la continuidad de mi banca», le dijo a una colega. En 2023 se elige senador por La Rioja. Por Juntos por el Cambio no va a tener oportunidad.

 

Historia de una traición

La historia empieza en 2019 cuando Inés Brizuela y Doria, senadora radical por La Rioja, fue electa como intendenta de la capital de su provincia. Había entrado en 2017 como segunda de Julio Martínez en una elección que había ganado Cambiemos a Carlos Menem.

En el Senado, en la lista ganadora, si un senador renuncia debe ser reemplazado por alguien de su mismo género. Clara Vega era la segunda suplente. Pero por la ley de cupo le correspondía entrar.

Al radicalismo no le gustó la idea de perder una banca y recurrió a la Justicia. Quería que Brizuela y Doria sea reemplazada por el siguiente de la lista, José María Rivero. Vega es de origen peronista, aunque está enfrentada con el partido en esa provincia. Su espacio se unió a Cambiemos en 2017. Era vista como una extraña.

Vega tuvo que presentar un amparo para que se abstuvieran de tomarle juramento a Rivero. En ese momento, Vega se quejaba de que ni siquiera la invitaron al brindis de nuevos senadores que había organizado Juntos por el Cambio.

«Limitar nuestra labor a dar o no quórum es un acto de cobardía y no resuelve la cuestión de fondo”, criticó la senadora, harta del “ninguneo” de Juntos por el Cambio. Incluso, se quejó de que Cornejo, presidente de ese interbloque, no la llamó para ver cómo votaría.

Dos conclusiones sobre todo esto:

  • La interna de Juntos por el Cambio debilita al espacio.
  • ¿Es necesario poner en tanta tensión el funcionamiento institucional? ¿No hay forma de mostrar un signo de madurez y ponerse de acuerdo en algo aunque sea? O quizás eso cortaría el espectáculo…

 

Final

La dirigencia política le dice a la gente que no mire para arriba. No les conviene. Lo que viene de arriba no es prometedor. Mientras la gente no mire, acá -en la Tierra- se podrán seguir sosteniendo privilegios e intereses personales en un país que se desangra.

En 2022 la relación de fuerzas entre oficialismo y oposición quedó repartida, casi empatada. Sería una buena oportunidad para que se pongan de acuerdo en algo. Pero no va a pasar. Al final de la historia, Tom siempre tiene que perseguir a Jerry para que el espectáculo siga funcionando.

 

Pablo Winokur es politólogo y periodista
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