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Informe Especial| Rosario, la Ciudad que siempre esta cerca…(videos)

Cerca, Rosario siempre estuvo cerca…inmortalizaba el genial Fito Páez a mediados de los 90. Una canción que acaso no solo habla de una Ciudad sino de un cacho de cultura importante de este suelo.

Porque es verdad aquello de “No hay merienda si no hay capitán”, Piluso (Olmedo vamos…) y la tarde de cada chico argentino grabada a fuego. Y si nos ponemos a enumerar aparecen ahí nomás el Negro Fontanarrosa, el “Che” Guevara, Litto Nebbia y más acá en el tiempo el mágico Messi, Lucha Aymar, el “fideo” Di Maria y la lista podría seguir hasta el infinito.

Rosario, es una ciudad vapuleada en los últimos tiempos, pero llena de riqueza, de historia, de cultura y de pasión…Mirá si será importante que tienen hasta su propio idioma. Por eso, en #CincoDias, decidimos recorrerla y llevarla a usted, querido lector, para que la admiremos una vez más…

Historia

Ubicada en la provincia de Santa Fe y a 300 km de Capital Federal de la República Argentina, emerge limitando al este con el Río Paraná, por donde llegan barcos de considerable calado gracias a las condiciones de navegabilidad del mismo.

Sin asentamiento estable indígena, la zona era poblada por los Guaycurúes (grupo aborigen integrado por los tobas, abipones, pilagás y mocovíes). Eran cazadores de pecaríes y tapires, recolectaban algarrobo, chañar, mistol, higos de tuna y cogollos de palmera, también practicaban la pesca con redes.

Para 1689, el Capitán General Don José Heffera y Sotomayor le dio a Juan Romero de Pineda la Concesión de estas tierras. Después de su muerte, éstas fueron divididas entre sus hijas. A Juana Romero de Pineda le correspondió en herencia el Sector Territorial donde se encuentra la actual Villa Gobernador Gálvez.


En 1702, el Capitán Domingo Gómez Recio funda la Capilla de la Concepción en el Pago de los Arroyos. Veinte años después  arriban grupos de calchaquíes que reducidos anteriormente en la zona del Salado, debieron trasladarse por agresiones de otros indígenas.

Fueron agregándose otros pobladores en torno a la capilla y junto a las barrancas del Paraná, algunos de ellos provenientes de una Santa Fe asediada por los indígenas y otros atraídos desde el norte de Buenos Aires. La ciudad iría tomando relevancia.

Sin acta de fundación precisa, a comienzos del siglo XVII se la comenzó a conocer como Pago de los Arroyos. Vital en el paso del Camino Real que llevaba por una parte a Córdoba y desde allí al «arriba» y por la otra parte al resto del Litoral fluvial hasta, por lo menos, Paraguay, marcando una etapa en la cual sirvió de paraje de carretas a orillas del río Paraná.

El 7 de febrero de 1812, acogería por segunda vez al General Belgrano, quien llegó  para culminar la construcción de dos baterías de cañones que cerraran el paso por el río a los navíos españoles que depredaban las costas. Se alojó en la casa paterna de su amigo Vicente Echevarría, sita en la esquina de las hoy calles Córdoba y J. M. de Rosas. La tradición popular recuerda sus repetidas visitas a la capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario, para participar de la Eucaristía y dedicarse a otras prácticas piadosas.

Estimulado por la positiva respuesta que dio el Gobierno a su iniciativa de implementar una escarapela nacional e impresionada por la patriótica colaboración que demostró la población de Rosario en la construcción de las baterías, concibió la idea de formar la bandera.

El 27 de Febrero de ese mismo año, el General convocó al pueblo para una ceremonia solemne donde izó por primera vez la bandera que hoy identifica a la Nación argentina. En esa oportunidad arengó a sus hombres con estas palabras: “Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la libertad”. La tradición local indica que entonces, el presbítero Julián Navarro, párroco de la población, bendijo la Enseña nacional y a las nuevas instalaciones defensivas.

Pero, de aquel Rosario que conoció Belgrano no queda literalmente “ni un ladrillo”, todo fue barrido por el progreso. Solo se preserva la imagen histórica de Nuestra Señora del Rosario y el hisopo que habría usado el padre Navarro en la ceremonia, que se exhibe en el Museo Histórico provincial “Dr. Julio Marc”.

La Rosario de Hoy

Aquella arquitectura portuaria que supo decorarla a principios del siglo XX, se fue mimetizando a las llamativas franjas verde, amarilla y roja que envuelven los antiguos silos Davis.

Visitar el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO), permite perderse en los inspirados grabados de Goya o una magistral pieza de Antonio Berni. Y si la vista se desvía, distraída, a uno de sus ventanales la belleza no se detiene porque en la retina se reflejará el verde paisaje natural y urbano que cubre la ciudad.

-Vista interna de la Galería La Favorita-

A la altura del Parque de España, el Monumento a la Bandera emerge majestuoso y sereno, imponiendo su respeto ante la presión que ejerce el crecimiento paulatino de las sofisticadas torres del centro.

A unas cuadras, el  corredor ribereño de 8 kilómetros –desde el puerto hasta el balneario La Florida– es un oasis a toda hora, cuidado, pulcro y transitado, donde también podemos encontrar el Jardín de los Niños.

Sin dejar de ser celosamente custodiados por el Paraná, la avenida Pellegrini, nos conduce a las elegantes mansiones de la década del 20 que engalanan las dos veredas del bulevar Oroño.

Otra vez la mixtura: bares modernos se amalgaman con árboles centenarios, bancos y pérgolas.

Rozando la parte urbanizada, aparece la peatonal Córdoba, que permiten disfrutar de las fachadas de la Bolsa de Comercio, la tienda La Favorita y el edificio Los Gobelinos.

La Pasión

Párrafos antes describíamos la pasión como acaso una característica fundamental de Rosario. Es que el fútbol se cuela, inevitablemente, pro las arterias de la ciudad. Los colores rojo y negro inundan los ojos si merodeamos el famoso Parque Independencia. El Coloso, cuna de Newell’s Old Boys, yace rodeado de rosedales, aromas y lagos con botes. Romanticismo puro.

Y avanzar unas cuadras implica, cuál camaleón, ir dejando esos colores para transformarlos en un azul y amarillo radiante. La Av. Génova es el epilogo de una metamorfosis de casacas que nos dejan ante el “Gigante de Arroyito”, la sede de Rosario Central. Una de las sedes del Mundial de 1978.

Pero no hay manera de hablar de fútbol en Rosario sin que la palabra (o la foto, o la pintura, o la publicidad) Messi aparezca. El genio del fútbol actual es ya parte fundamental del paseo por la Ciudad. Visitar lo que fue su casa una parada obligatoria de todo turista. Incluso existe el famoso “tour Messi”, donde se puede disfrutar de un recorrido por lugares que marcaron la vida del “10”.

Los Sabores

La gastronomía es protagonista especial en la Ciudad. El infaltable asado no falla pero también son muy típicos los pescados extraídos del Paraná.

De allí proviene una gran variedad de pescados frescos. Bogas, patíes y surubíes, entre otras especies, pueden degustarse tanto en tradicionales cocciones a las brasas, con hierbas y limón, como en platos que toman la forma de nuevas tendencias gourmet.

La ciudad ofrece un gran abanico de opciones para degustar en restaurantes, bares y parrillas. Imperdible el tradicional sándwich “Carlito” hasta los clásicos “alfajores santafesinos”.

Y como si esto fuera poco, Rosario, es además la capital nacional del helado artesanal ya que se distingue por la alta calidad de sus cremas heladas. Si bien hay propuestas en cada rincón de la ciudad, el barrio de Pichincha y Paseo Pellegrini son dos corredores gastronómicos que nuclean opciones para todos los gustos.

 

Especial para NCN/CincoDias por Juan José Postararo

 

 

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