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“La pócima mágica”

Por Jorge Rachid

No se olvide, si tiene algún síntoma o problema de salud, consulte con su publicista preferido sobre que medicamento tomar, si es fiebre para bajarla fiebre, si es dismenorrea para disminuir dolores, si le duele la cabeza un analgésico, ahora si es constipado compuestos de lacto-bacilos, si está desganado complementos energizantes, si lo echaron del trabajo, se le murió un pariente o lo dejó su pareja, lo indicado por la publicidad es un ansiolítico, sino puede dormir un hinóptico inductor del sueño, si tiene lumbalgia no olvide del anti inflamatorio mas vitamina B y si el ataque es de alergia desde melatonina hasta corticoides sino cede. Cuando el apetito se pierde acuda a los estimuladores sintéticos, además humidificadores de los ojos para evitar trastornos de córnea, cremas reparadoras para la piel seca, complejos vitamínicos para que no se quiebren las uñas, pero además si quieren verse bonitos, implantes de mamas, colas, estiramientos quirúrgicos por su nombre en inglés algo asi como lifgtin y si está gordito/a lipoaspiración y cirugía bariática.

Si es mayor de 40 años no olvide o se lo va a recordar el publicista amigo, y es varón tacto rectal, PSA y colonoscopía, además en ambos sexos, control de presión ocular y análisis de los colesteroles bueno, malo, neutro, denso, porcentajes, formulas y otras cuestiones, que demostrarán que usted tiene que medicarse para prevenir, desde la aspirina diaria al control de las dislipemias, ya que el análisis demostró su tendencia patológica. Si es mujer, la rutina de colposcopía y mamografía, que originan óvulos vaginales, medicación hormonal menopáusica, aunque no tenga síntomas en ningún caso, aunque usted se sienta bien, aunque este feliz y coma asados los domingos, algo le vamos a encontrar, para que no se enferme y para eso lo medicaremos, porque para eso está la ciencia, apoyada por una publicidad sintomatológica, que no existe en ningún país del mundo, está prohibida.

Estoy convencido, de acuerdo y propongo, todos los mecanismos preventivos de la salud, pero estoy opuesto a la medicalización inútil, que originan inescrupulosamente, por presión de la industria y la publicidad

Convencido como estoy que el paradigma de la salud debe volver a regir, antes que el paradigma de la atención de la enfermedad, es la prevención la herramienta necesaria junto a los planes de vacunación ( algunas vacunas si, otras no, por no estar comprobadas en sus efectos secundarios), lo cual no significa de que de cada examen, los pacientes salgan con una receta en una mano y un estudio en la otra. Ahora hablemos de medicina: de interrogar, revisar, evaluar desde la semiología no hablamos, de desvestir al paciente, ni se nos ocurre, tomar los reflejos oculares, evaluar los pulsos carotídeos, poplíteos, pedios, auscultar el cuore en los 4 focos, tomar el pulso y la frecuencia, descartar arritmias, explorar las playas pulmonares, reflejos patelares, plantares, sensibilidad superficial y profunda, equilibrio, marcha, bipedestación, pares craneales, pared abdominal, palpación profunda de abdomen órgano por órgano, puño percusión bilateral, eje columnario, maniobras de miembros inferiores desde Lasegue para ciáticos hasta movimientos de rodillas como bostezo y cajón, piel y tegumentos, cavidad oral, senos paranasales, entre otras cuestiones como interrogatorio: donde nació, de que trabaja, que sustancias manipula, donde vive, que agua toma, si tiene cloacas, vivienda de material o precaria, como se compone la familia, como es el ritmo evacuatorio, la micción, la ingesta líquida y todo aquellos elementos de profundización clínica que surjan de su historial.

Si usted cree que toda esta mecánica de consulta se puede resolver en 8 minutos de consulta en donde encima le hacen la receta y le indican el estudio, es porque lo atendió un mago, no un médico.

Encima por la presión publicitaria, usted con una lumbalgia y el médico después de estudiarlo le dice :” es una contractura muscular, sobreviniente a un esfuerzo” así que tranquilo, debe hacerse calor seco local con el secador de pelo o bolsa de arena o manta eléctrica, debe dormir en cama dura o en el piso con una frazada y debe fajarse unos días, entonces usted indignado dirá “¿doctor no me va dar nada?” convencido que el galeno es un ignorante.
Eso lo logra la publicidad sintomatológica, la presión mediática, el marketing, los médicos con sus lapiceras y sus beneficios por receta o por estudio. Se llama ana-ana el cobro médico por prescripción de medicamentos o estudios y está institucionalizado, es un sobre sueldo, es la corrupción corporativa, como lo es el coseguro cobrado a los pacientes en la seguridad social, en los sistemas solidarios de salud. El paciente queda como rehén de los medios, de los médicos, de los sistemas de lucro y de los sistemas solidarios, de la industria farmaceútica que crea enfermedades y las cronifica, de la tecnología que impone pautas protocolares, los sistemas de seguros siempre dispuestos al rechazo y a no pagar tanto ART como seguros civiles.

Siempre el hospital público saca las papas del fuego, siempre la atención de la urgencia recae en el sistema público, siempre el diagnóstico preciso cuando los demás sistemas fracasan. Por tener práctica el hospital de protocolización médica, de diagnósticos y tratamientos, por tener médicos abnegados y comprometidos, que también existen en los otros sistemas, pero explotados por el lucro y la lógica de la normativa económica, antes que de la necesidad. El mayor gasto en salud se da en el sector público y en los sistemas solidarios, sin embargo también por los medios, la publicidad y los propios profesionales ganados por la lógica monetaria, estos sistemas solidarios son estigmatizados, vilipendiados, disminuidos en sus capacidades reales, por aquellos que ven el negocio, antes que la solidaridad.

Lo mismo sucede con los medicamentos llamados genéricos en realidad copias, atacados por la industria, estigmatizados como medicamentos para pobres, de baja calidad, siendo esta falacia refutada porque son autorizados y controlados por normativas internacionales, eficazmente reguladas por la autoridad de aplicación , el ANMAT, que chequea cada lote, cada control de calidad, cada compra de materia prima y tiene hoy gracias a este gobierno un sistema de trazabilidad, tiene una ley de producción pública de medicamentos, una ley que impide el encarnizamiento médico en al enfermedad terminal y una ley de derechos de los pacientes. Todas leyes escondidas, todas enterradas mediáticamente, porque no son negocio, no le convienen ni a la industria farmaceútica, ni a los dueños de la aparatología médica, tampoco a los prepagos, que ofrecen hotelería de primera y medicina común, que especulan con la cama caliente y que presentan tecnologías de punta y humanidad escasa, sin contención de angustias, ni necesidades familiares como política empresaria, con las siempre presentes excepciones, producto de los compromisos individuales de los trabajadores de la salud en su conjunto. A los pacientes crónicos se los llama ”clavos” en los sistemas privados, los ancianos rechazados a menos que medien fortunas, los recién nacidos con discapacidades apartados todos del sistema con mecanismos de control de pagos de cuotas estricto, un solo día de atraso, origina la baja.

La enfermedad ha reemplazado en la Argentina, desde la irrupción del Banco Mundial al concepto Carrillista de la prevención de la salud, al establecer y financiar programas por enfermedades, lo cual impide un programa nacional de salud, llevando a la fragmentación e inequidad a los compatriotas de diferentes lugares del país, municipalizando el sistema, cuestión que permitió la irrupción en el hospital público de verdaderos feudos privados, de sistemas de lucro, que han desplazado el sistema solidario, base esencial de cobertura de salud médica. Lo mismo sucedió con los sistemas solidarios de obras sociales gremiales y provinciales, además del PAMI, que se vieron empujados al gerenciamiento de lógica economicista, finalmente lucrativa, antes que al fortalecimiento de una planificación estratégica, por prioridades sanitaria y de prevención de la salud. Sucedió entonces con la penetración paulatina y silenciosa de los prepagos en esos sistemas, que además fueron coaptando los sistemas prestadores, clínicas y sanatorios, colegios profesionales, asociaciones de empresas de salud, condicionando el funcionamiento de todos los sistemas solidarios.

La pócima mágica ha sido a través de los siglos una cultura anidada en los pueblos, parte sin dudas necesaria de la recuperación de la confianza y de la fe en la propia recuperación de los equilibrios del cuerpo y la mente, que operó a lo largo de los siglos. Ahora esa fe es utilizada por la publicidad, empujando a la medicina a una concepción de “mercado”, contaminando los sistemas de salud, inundando el mundo de una lógica perversa que origina, por “iatrogenia medicamentosa”, miles de muertes por año, cientos de miles de internaciones a nivel mundial, producto de efectos secundarios de medicamentos, supuestamente inofensivos, que todo lo alivian, nunca lo curan, siempre lo endeudan o desfinancian en lo personal y a los sistemas solidarios, que se conforman de aportes salariales de trabajadores activos y pasivos, generando expectativas de vida en enfermedades terminales, contribuyendo al encarnizamiento médico, del final biológico de la vida.

La lógica neoliberal hizo de la medicina un negocio, de la enfermedad una cuota mensual, un aporte económico y fue impulsada por el Banco Mundial y la OMS, siendo aceptada por gobiernos pusilánimes y claudicantes, en lo que debería haber sido su defensa nacional y latinoamericana, de estudio y planificación, de nuestras propias fortalezas y debilidades epidemiológicas como región UNASUR, como lo estamos haciendo con el medicamento como eje de Soberanía Nacional en el marco del Comité de Defensa Sudamericano.
Sigue siendo hoy, este escenario de la salud, cuando vamos derribando los muros estructurales neoliberales, tomando conciencia que en salud nos debemos una hipoteca social con el pueblo e histórica con Carrillo, con un Plan Nacional de Salud y con una política de medicamentos, de cara al siglo XXl, articulado con el modelo social solidario que estamos construyendo desde el 2003.

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