26 de abril de 2024

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¿Europa resurgirá desde sus mártires? Por Patricio Lons

La Europa actual, la que parece desbordada de problemas cuando su desarrollo indica que debería vivir en paz con prosperidad, es la hija desviada de sus tradiciones romanas, griegas y cristianas. Ya no es la hija del Sacro imperio sino la esclava de la Revolución Francesa. La fatídica noche que se inició sobre el mundo con la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789, todavía no corrió el velo de su obscuridad.
El viejo continente ha preferido olvidarse de quien es para desarrollar una difusa ideología con pretensiones filosóficas, con la base floja de la corrección política y del progresismo cultural ateo y materialista de efímeras felicidades carnales. Ideas propias de modernos flautistas de Hamelin que llevan a sus pueblos al fin de un barranco sin esperanzas. Y esa es la virtud, la de la esperanza, la que han perdido tras abandonar la fe y la caridad; ya no parece haber amor a Dios y al prójimo como imagen del Creador.
Pero…como Dios siempre nos sorprende, creo que nos está dando una fuerte llamada de atención. Y para ello tal vez hizo uso de un fiel servidor, el padre Jacques que, aunque al egoísta hombre moderno le horrorice, el Buen Dios ya se lo llevó con el, y lo honró con las palmas del martirio. Su muerte, justo en la misa del apóstol Santiago, el recordado matamoros, que convirtió una dudosa batalla en una victoria sobre el islam durante la Reconquista de España, parece señalarnos que, desde la hija primogénita de la Iglesia, Francia y desde la hija dilecta de la Iglesia, España, Jesucristo está llamando a una restauración de las cosas en El. No invita al diálogo ni al buenismo blando de levantar excomuniones al heresiarca de occidente, aquel que destruyó la unidad cristiana de Europa hace 500 años; convoca con las trompetas del arcángel a presentarse con firmeza ante las tribulaciones.
En estos tiempos que se vienen con una furia desatada, es que le ruego al Papa que vuelva a usar como testimonio de fe, los zapatos rojos papales que se hicieron así para recordarle al Pontífice que su autoridad, la más importante en toda la Tierra, se asienta en la sangre de los mártires. Es el Papa de Roma quien con su ejemplo y disposición para el sufrimiento nos debe otorgar la coraza para soportar lo insoportable. El rojo es el color de la sangre, del fuego, emblema del martirio y del amor. Por eso se usaba en la liturgia de los mártires que murieron por amor a Dios, en la del Espíritu Santo, inspirador del Amor del que deriva la caridad cristiana y en la Pasión de Cristo, donde coinciden sangre, dolor y amor. Rojo -en la Iglesia Católica- es el color siempre empleado y aprovechado en las festividades o conmemoraciones de los santos mártires. Le ruego a la cátedra de Pedro, que mantenga firme el katehón de la liturgia, pues lo contrario nos precipitará en la desolación del lugar santo. Y ahí es donde veremos de que madera estamos forjados y como actuarán sus hijas convocadas en esa capilla este último 25 de julio, día del apóstol Santiago, fiesta común de toda la hispanidad, que se mantuvo en algunas regiones y provincias como Mendoza, en Argentina y se olvidó en otras partes de América cuando nos separamos unos de otros tras las independencias. ¿Será que Hispanoamérica tiene también su puesto de lucha en esta batalla? «Veremos cosas, querido Sancho, que harán hablar a las piedras».

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