3 de mayo de 2024

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Para que el ciudadano tenga el control.

«2016… El Congreso Nacional merece un aplauso!!!», Por Claudio Hugo Naranjo*

El gobierno de Mauricio Macri, en su primer año, envió al Congreso de la Nación un total de 65 proyectos de ley; de ese total, 25 fueron sancionados en ambas cámaras, 16 tienen media sanción, 9 tienen dictamen de comisión y 16 se encuentran en estudio. Diputados y Senadores mostraron a la sociedad cómo debe desempeñarse un Parlamento dividido en distintos bloques; recordemos que el Poder Ejecutivo no cuenta con mayorías en ninguna de las dos Cámaras.
Este inconveniente hizo posible, después de muchos años, que las leyes fueran acordadas entre oficialismo y oposición y que el Congreso dejará de ser una escribanía donde sus integrantes votaban a mano alzada toda indicación que llegará del Ejecutivo. El ejercicio de la democracia en el legislativo, es una tarea que nos llevará años, pero que será un crecimiento potencial en el intercambio de ideas, en las cuales las más superadoras y consensuadas, nos lleven a un país mejor.
En este primer año, debemos mencionar a la Presidente del Honorable Senado de la Nación Gabriela Michetti, al Presidente Provisional del Senado Federico Pinedo y especial mención, al senador Miguel Ángel Pichetto por el Frente Para la Victoria, que ha sido una pieza clave en el atinado y reflexivo papel que le toco jugar. Picheto es mucho más que un senador nacional, es un dirigente político de gran valía en sus oratorias y pensamientos, recuerdo de él dos imágenes que brotan rápidamente a mi memoria, aquella que lo tuvo en su rol protagónico defendiendo con todas sus convicciones y principios, la 125, donde en un mano a mano inolvidable con Julio César Cleto Cobos dejo todo hasta el último segundo del último round; y la otra, la que me demostró la practicidad en el arte de la política, un derrotado que ante lo irreversible, no hizo piruetas en el aire y salió rápidamente a reconocer su derrota. Pichetto demostró a propios y extraños, en un año dramáticamente electoral como lo fue el 2015, que a los hombres de honor no lo engrandecen los triunfos, en la adversidad se ve la madera.
El Senado de la Nación nos alienta, por su conjunto, por sus sabidurías, que podemos aspirar a una república con la que soñaron nuestros antepasados; fueron un ejemplo de grandeza en dejar de lado los egos personales para acostumbrarnos a las reflexiones, a las meditadas reflexiones de un país que espera de ellos lo mejor, porque son ni más ni menos, nuestros representantes.
En la Cámara Baja, las cosas no fueron muy distintas, todos en su amplia mayoría trabajaron por un cambio de paradigmas, cada bloque defiende una identidad política más arraigada al partido que lo llevó hasta allí, son otras las responsabilidades con respecto a los senadores; aquí las batallas son viscerales, son prácticamente cuerpo a cuerpo, los modos quedan colgados en la esquina de avenida Rivadavia y Combate de los Pozos. Puede gustar más o menos, pero este primer año trabajaron a destajo. Oficialistas y opositores se trenzaron en reyertas dignas de una Cámara de Diputados, no nos debe asustar, es la forma, es el método… todos al final del año cumplieron y defendieron sus roles. ¡Los quiero vehementes, peleadores! Esos son los diputados que el pueblo voto, porque los argentinos somos así… vehementes y peleadores.
Aquí Sergio Massa, Diego Bossio, Héctor Recalde, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Elisa Carrio, los bloques de la izquierda, todos se fajaron de lo lindo… Graciela Camaño, Victoria Donda, Felipe Solá, ninguno le saco el culo a la jeringa y es bueno que haya sido así, con pasión, con bronca, algunos recalculando, pero las leyes salieron. Esas confrontaciones fueron constructivas, sin ellas el Congreso seguiría siendo una escribanía y los argentinos queremos esto, ¡vehemencia y pasión!
Para concluir deseo hacerlo con el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó. He tenido mis diferencias y las he manifestado, pero Monzó le ha dado esa cuota de locura que necesita este Congreso, el Presidente de la Cámara de Diputados para algún desprevenido que llegara al país por esos días, no se sabía muy bien si era el jefe del oficialismo o de la oposición, por suerte siempre hay un taxista que te acomoda los jugadores por la autopista camino a la metrópolis y entonces cuando pagas y te bajas, te enteras con los ojos desorbitados que Monzó es un hombre del Presidente; que es verborrágico, vehemente y pasional como todo peronista. A Emilio Monzó también lo necesita este Parlamento, porque no se guarda nada, porque es plata o mierda, como somos todos los argentinos.
Mi agradecimiento por el año que nos hicieron vivir… ¡¡¡Gracias a Todos… y Todas!!!

*Periodista-Escritor/@naranjo_claudio

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