24 de abril de 2024

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Crisis en Estados Unidos: el shutdown camino a un default

Por Manuela Lasdica, Lic. en Relaciones Internacionales en la Universidad de Bolonia, Maestria en Estudios Internacionales, periodista internacional

 “Sorry su boda queda cancelada”. Así llegaba la triste noticia emitida por una ominosa e-mail de la oficina de gerencia de permisos del National Mall y Memorials Parks a Mike Cassesso y MaiLien Le, los dos jóvenes que querían concretar su sueño de amor en el sitio donde tuvo lugar su primera cita del 19 de julio de 2009, mientras los 130 invitados a la boda romántica de los enamorados ya estaban empezando a volar desde todo el país para la ceremonia del sábado. Junto a la de Cassesso y Le, también el sueño de muchas otras parejas que habían programado casarse en lugares icónicos de Estados Unidos como el Gran Cañón, en Arizona, o el Monumento a Jefferson, en Washington D.C., se vio frustrado por el efecto de la paralización de servicios federales de los Estados Unidos. En fin, de bodas románticas se transformaron en boda de cierre de gobierno cayendo victimas de una visceral pugna legislativa que esta teniendo lugar en el congreso norteamericano desde el principio de este mes. Las bodas son un ejemplo de carne y hueso para explicar algunos de los impactos del congelamiento temporaneo del gasto del gobierno federal de EE.UU. También el resto del país sufrirá la consecuencias de un debate que, más allá de la política, tiene consecuencias reales en la calle.

El cierre de decenas de museos, organismos, instituciones, agencias, monumentos y parques nacionales que dependen directamente del presupuesto federal, o el simple hecho de pedir un préstamo hipotecario, cobrar un cheque, son otros de los efectos que produce esta parálisis política. Sin contar que el gobierno de EEUU es el mayor empleador de la nación, con más de 2 millones de funcionarios a su servicio. De todos estos trabajadores al menos 800.000, los que el gobierno considera como no esenciales, no podrán volver a trabajar hasta que el Congreso alcance un acuerdo presupuestario. La mayoría de ellos tuvieron que regresar por sus cosas, volver a casa y disfrutar de unas vacaciones forzadas, eso sí sin paga. Estas son las consecuencias de lo que en EE.UU.llaman “shutdown”, lo que literalmente se traduce como “apagon”. Esto significa que el gobierno esta a punto de quedarse sin fondos y que por lo tanto no tiene la autorización para funcionar. En otras palabras se trata de un mecanismo que entra en función cuando el ejercicio fiscal estadounidense termina, lo que ocurre cada 30 de septiembre, y el congreso –diputados y senadores– no logra ponerse de acuerdo en cómo financiar el gasto del siguiente año. Esta no es la primera vez que el Congreso deja sin fondos al país. Desde 1977, el gobierno estadounidense ha entrado en “shutdown” 17 veces. Sin embargo en general, los “shutdowns” duran entre 1 y 3 días. Solo entre 1995 y 1996 duro mucho más. Esto fue cuando la falta de un acuerdo entre Bill Clinton y el congreso detuvo al gobierno 21 días. Al igual que ahora, la discusión tuvo que ver primordialmente con el manejo de salud publica del país. En efecto, hoy el problema principal es que la cámara baja del congreso –los diputados– está controlada por los republicanos, y ellos no están de acuerdo en aprobar el gasto para que la nueva política de seguridad social, conocida también, tanto en connotación positiva y negativa como “Obamacare”, que busca reducir el costo de los seguros médicos y ampliar la cobertura a aquellos que no la tienen, entre en vigor. Cabe destacar que el shutdown de los años ‘90 se dio en un contexto de relativa prosperidad económica. Actualmente el panorama económico es completamente distinto. Si bien se ha dicho que EE.UU. había salido de la recesión, como afirman muchos economistas la verdad es que la incipiente recuperación ha sido débil antes y sigue siendo débil ahora. Un importante funcionario de la Reserva federal afirmo que la tasa de desempleo permanece demasiado elevada y las restricciones fiscales siguen obstaculizando el crecimiento. Alrededor de 23 millones de estadounidenses en edad para trabajar no tiene empleo, a estos se le suman los 7,9 millones que trabajan a tiempo parcial por las condiciones de sus empresas. “Ante esta difícil situación económica, el cierre del gobierno causaría un daño significativo a la economía, reduciendo el PIB en 1,4 puntos del porcentaje en el primer trimestre”, dice Mark Zandi, economista en jefe y cofundador de Moody´s Analytics. En los últimos cinco días, Estados Unidos perdió 1.500 millones de dólares por el cierre de la administración federal y en los primeros días del anuncio del shutdown la bolsa ya sufrió los primeros efectos negativos de este mecanismo. Además el índice Dow Jones cayó 126 puntos con el inminente cierre del gobierno.

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Ha pasado ya una semana desde que el gobierno cerro parcialmente su administración federal tras el agrio debate en el Congreso y si bien nadie quiere asumirse la responsabilidad de haber desconectado el interruptor de la Casa Blanca y de haber bloqueado los gastos federales, ni los republicanos ni los demócratas parecen querer llegar a un compromiso. Ante la angustiante situación presupuestaria, el presidente Barack Obama volvió ayer a arremeter contra los republicanos que controlan la Cámara de Representantes. “Vayan y voten. Paren esta farsa y pongan fin al shutdown ahora” afirmo. Mientras Obama y el ala dura del Tea Party quiebran lanzas, millones de personas temen que la polarización política en Estados Unidos los arrastre a una nueva crisis económica. De hecho, el acuerdo presupuestario no es la única cuestión de esta pugna política. Otro asunto a considerar es el techo de la deuda, esa es la próxima batalla que se esta preparando. La fecha clave es el próximo 17 de octubre, en este día el congreso deberá decidir cuánta deuda puede permitir cada año. En particular, el llamado techo de la deuda es un tope fijado por el Congreso sobre la cantidad de dinero que el gobierno federal puede pedir prestado. Este tope debe elevarse periódicamente debido a que ambos partidos en el Congreso han aprobado recortes de impuestos y aumentos del gasto en los últimos años, sabiendo perfectamente que eso elevaría los déficit.

Aumentarlo permite que el Departamento del Tesoro siga pagando todas las obligaciones del país que el Congreso ya ha aprobado. Actualmente el techo está fijado en 16.394 billones de dólares, si el Congreso no permite al gobierno un aumento el Tesoro no puede pedir más prestado nuevo dinero en los mercados y por lo tanto corre el riesgo que el país deje de pagar cualquiera de sus obligaciones. Si la situación generada por el cierre parcial del gobierno es grave, dentro de pocos días la situación podría ponerse peor, no solo para los estadounidenses sino para todo el mundo ya que si para el 17 de octubre no habrá aumento, Estados Unidos se quedará sin fondos y entrará en cese de pagos o mejor dicho en un impago técnico. Si exactamente, Estados Unidos, la gran potencia mundial, la mayor democracia del mundo, y también el deudor mas grande del planeta, puede entrar en default. Si solo pensamos que países como China o Japón son los mayores tenedores de la deuda del país norteamericano y sin contar a la cantidad de países cuya moneda se basa en el dólar, no sorprenden las consecuencias catastróficas que podría tener la falta del aumento sobre la entera economía global. En primer lugar, como advierten muchos economistas, se derrumbarian los mercados bursátiles, se verificaría una caída en picada del dolar y las tasas de intereses se dispararían.

La gravedad de la situación hizo que el Tesoro de Estados Unidos advirtiera que, “en caso de default, la economía estadounidense caerá en una recesión que podría ser peor que cualquier otra desde la Gran Depresión”. En una carta remitida al titular de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, el secretario estadounidense del Tesoro, Jacob Lew, afirmo que después del 17 de octubre «nos quedarán 30.000 millones de dólares en la tesorería para honrar los compromisos de nuestro país» y agregó “Ese monto está muy por debajo de lo que puede gastar el Tesoro en un solo día, que serían unos 60.000 millones de dólares, instando por lo tanto al Congreso a «actuar inmediatamente». Así que los legisladores republicanos no solo se han rechazado la aprobación del presupuesto para el año fiscal iniciado este martes sino que también se han negado a aumentar el techo de la deuda de 16,7 billones de dólares. Una crisis similar ya ocurrió en el 2011 generando pánico en los mercados financieros y llevando a que EE.UU. perdiera su clasificación crediticia. En este sentido la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s, el día viernes 05 de agosto de 2011 rebajó la calificación para la deuda de los Estados Unidos de América de «AAA» a «AA+» por primera vez en su historia. La crisis inmediata termino cuando un acuerdo complejo entre republicanos y demócratas consiguió elevar el techo de gasto el 31 de julio. Entonces como ahora, el argumento gubernamental es que el techo de la deuda no implica nuevos gastos porque se trata de pagar compromisos ya adquiridos por el Estado. Por lo tanto el presidente Barack Obama aseguró que no esta dispuesto a negociar sobre el limite de la deuda aunque hace pocos días aseguró estar dispuesto a hacer algunas concesiones pero no bajo las amenazas de suspensión de pagos ni de la paralización parcial de la Administración, que ya cumplió una semana. En tanto, el líder republicano de la Cámara de Representantes, Boehner excluyó que sus compañeros de bancada aprueben tal aumento si no obtienen cambios de parte del presidente, particularmente en lo relacionado con la reforma de la salud impulsada por Obama.

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Para los republicanos, endeudarse va en contra de sus valores, pues para ellos la solución a los problemas económicos del país es recortar gasto, no aumentarlo. Mientras aumenta la preocupación en Washington y en los mercados internacionales ante las posibilidades de un default sin precedentes de Estados Unidos, el líder demócrata anuncio el viernes la nueva jefa del Banco Central de EE.UU. Se trata de la economista Janet Yelle de 67 años hasta ahora vicedirectora de la Fed y será la primera mujer en presidir la Fed en su historia de 100 años, una institución que, según Obama, es vista como una fuerza estabilizadora por banqueros en todo el mundo. Asumiría su cargo en enero de 2014, si es que su nombre es aprobado por el Senado, que como sabemos se convirtió en un campo de batalla entre el oficialismo y la oposición, remplazando al actual presidente Ben Bernanke quien gobernó la Reserva Federal por ocho años y que ya declaro que no aspira a un tercer mandato. Como vicedirectora, Yellen apoyo muchas de las medidas impulsadas por el actual director de la entidad para salir de la recesión que afecto el país en consecuencia de la burbuja inmobiliaria del 2008, como los paquetes de ayudas a los bancos y también la compra de bonos, una medida esta que tenia como objetivo disminuir la tasas de intereses para los prestamos a largo plazo e inyectar más liquidez a la economía.
Sin embargo la funcionaria, que Obama describió como una líder probada “y excepcionalmente bien calificada para este trabajo”, ya dejo en claro que sus prioridades serán promover el empleo, la estabilidad de precios y un sistema financiero estable. “Demasiados estadounidenses todavía no pueden encontrar trabajo y se preocupan por cómo hacer para pagar las cuentas. La Reserva Federal puede ayudar si hace su trabajo de manera eficaz”, dijo Yellen en la Casa Blanca. La nominación oficial de Janet Yellen provoco una reacción positiva en los mercados bursátiles ya que las acciones estadounidenses registraron una suba el miércoles pasado. Sin embargo este furor podría apagarse brevemente sobretodo en los países emergentes. Yellen es considerada como una «paloma» financiera, como afirma en una nota la BBC, una manera como los mercados describen a alguien con una política menos agresiva con respecto a la inflación y que prefiere apoyar la creación de empleo y mantener bajas las tasas de interés. Sin embargo, si bien se preve que continuará con las políticas de Bernanke de no suspender rápidamente la inyección de dinero en la economía o variar las bajas tasas de interés, las medidas que adoptara para sostener el pleno empleo podrían cambiar el rumbo de la política monetaria de EE.UU. y por lo tanto mas adelante poner fin a los paquetes de estímulos lo que hasta ahora permitio mantener las tasas de intereses ultrabajas.

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Por lo tanto si EE.UU. dejaría de comprar bonos la primera consecuencia seria una suba de las tasas de intereses de la potencia norteamericana. Quizás la reunión entre los ministros de economía y hacienda de las Americas y Caribe auspiciada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que empezó el miércoles pasado fue una oportunidad para discutir las medidas que se podrían tomar al respecto. Para los mercados emergentes Yellen «es una persona que da mucha tranquilidad», sostuvo Cárdenas en una rueda de prensa en Washington al término de la reunión. Sin embargo también destaco «creemos firmemente que, más allá de la persona, lo que tiene que haber es un camino claro y predecible» en el manejo de la política monetaria estadounidense, puntualizó el ministro colombiano. En particular los ministros han expresado su preocupación ante la incertidumbre financiera por la que está atravesando EE UU y los “efectos colaterales” que puede tener en las economías de América Latina. La reunión fue una ocasión para discutir sobre el futuro de la economía global y en particular la de EE.UU. y analizar las posibles medidas anticiclicas que podrían adoptarse ya que, como afirmo el ministro colombiano, los «sobresaltos» en el manejo de esa política tienen un impacto negativo en las economías latinoamericanas.

Mientras tanto el temido jueves 17 de octubre se acerca, el reloj va marcando inexorablemente las horas, y Barack Obama y millones de estadounidenses, al igual que millones de personas en el mundo, se mantienen en vilo temiendo lo peor: que Estados Unidos entre en default

 

 

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