29 de marzo de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

El mártir de Navarro, por Federico Gastón Addisi*

Dorrego fue asesinado por querer ejecutar en la Confederación Argentina un proyecto nacional, popular y soberano. Contrario a los intereses de los grandes imperialismos de la época que, coaligados a las oligarquías vernáculas complotaban por un país alineado en la división internacional del trabajo y sometido a los centros de poder mundial.

Manuel Dorrego nació el 11 de junio de 1787 y fue asesinado a través de un fusilamiento ordenado por el General Lavalle, el 13 de diciembre de 1828.

Dorrego fue héroe del Ejército Libertador, sirvió bajo las órdenes de Belgrano y posteriormente de San Martín. Resultó herido varias veces, una de ellas de gravedad, seguramente producto de su temeridad en combate.

Fue el principal teórico del federalismo como ideología política, al haber incorporado conceptos en EEUU que luego aplicó a la realidad Argentina. Fue un brillante legislador que bregó siempre por los derechos de los más humildes. El “Padre de los pobres” fue llamado. Y tal vez, en esta defensa, que lo llevaba a enfrentarse con los unitarios y con la diplomacia de Inglaterra, deberíamos buscar el asesinato de nuestro mártir. Basta recordar, alguna de sus palabras en la legislatura cuando se trataba un proyecto de constitución impulsado por Rivadavia que limitaba el voto “a las clases ilustradas”. Decía entonces el Tribuno del Pueblo sobre la intención de negarle participación a las capas populares: “Forja una aristocracia, la más terrible porque es la aristocracia del dinero. Échese la vista sobre nuestro país pobre, véase qué proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros y las demás clases del Estado (…). Entonces sí que sería fácil influir en las elecciones, porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas; y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro con el Banco, y entonces sería el Banco el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación en todas las provincias». A nuestro criterio he aquí su sentencia de muerte. Menudos enemigos, la casa Baring Brothers, la casa Hullet, y la plutocracia local…la conspiración estaba en marcha.

Los unitarios habían elegido al hombre para dar el golpe contra el gobernador de Buenos Aires, era Juan Lavalle, “la espada sin cabeza”.

Carta de Juan Cruz Varela a Lavalle, sugiriendo veladamente la necesidad de la ejecución de Dorrego, 12-12-1828

Señor don Juan Lavalle

Mi general:

Después de la sangre que se ha derramado en Navarro, el proceso del que la ha hecho correr, está formado: ésta es la opinión de todos sus amigos de usted; esto será lo que decida de la revolución; sobre todo, si andamos a medias… En fin, usted piense que 200 o más muertos y 500 heridos deben hacer entender a usted cuál es su deber…

Cartas como éstas se rompen, y en circunstancias como las presentes, se dispensan estas confianzas a los que usted sabe que no lo engañan, como su atento amigo y servidor

Juan C. Varela.

Carta de Salvador María del Carril a Lavalle, sugiriendo la necesidad de tomar medidas drásticas contra Dorrego, 12-12-1828

Señor general don Juan Lavalle

Querido general:

(…) Ahora bien, general, prescindamos del corazón en este caso (…)

Así, considere usted la suerte de Dorrego. Mire usted que este país se fatiga 18 años hace, en revoluciones, sin que una sola haya producido un escarmiento (…). En tal caso, la ley es que una revolución es un juego de azar en el que gana hasta la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de ella. Haciendo la aplicación de este principio de una evidencia práctica, la cuestión me parece de fácil resolución. Si usted, general, la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted; habré escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la ocasión de cortar la primera cabeza a la hidra, y no cortará usted las restantes; ¿ entonces, qué gloria puede recogerse en este campo desolado por estas fieras ?. Nada queda en la República para un hombre de corazón».

Salvador María del Carril.

Comunicado de Lavalle dando cuenta del fusilamiento, 13-12-1828

Señor Ministro:

Participo al gobierno delegado que el coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden al frente de los regimientos que componen esta división.

La historia, señor ministro, juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público.

Quisiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires, que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que pueda hacer en su obsequio.

Saludo al señor ministro con toda atención

Juan Lavalle.

Carta de Del Carril a Lavalle, en el que le aconseja fraguar un proceso, para salvar las apariencias de la ejecución sumaria de Dorrego, 15-12-1828

Señor general don Juan Lavalle

Mi querido general:

(…) Me tomo la libertad de prevenirle, que es conveniente recoja usted un acta del consejo verbal que debe haber precedido a la fusilación. Un instrumento de esta clase, redactado con destreza, será un documento histórico muy importante para su vida póstuma (…). Que lo firmen todos los jefes y que aparezca usted confirmándolo. Debe fundarse en la rebelión de Dorrego con fuerza armada contra la autoridad legítima elegida por el pueblo; en el empleo de los salvajes para ese atentado; en sus depredaciones posteriores…etc.etc.

Salvador María del Carril.

La suerte de Dorrego estaba echada. El primer golpe de estado de la historia argentina era inevitable. Y cobraría la vida del mártir de Navarro, por ser en esta localidad donde se lo ejecutó. Era el 13 de diciembre de 1828 y el General Dorrego regaba con su sangre nuestro suelo para ver una Argentina fuerte, poderosa y federal.

(*) Historiador revisionista. Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad del Salvador. Además es Diplomado en Antropología Cristiana (FASTA) y en Relaciones Internacionales (UAI). Publicó “San Martín, Rosas, Perón. Un homenaje a Fermín Chávez” (2008); “Estévez. Vida de un Cruzado” (2009); “Raúl Scalabrini Ortíz. Sus libros y sus enseñanzas” (2009); “Aportes al Bicentenario” (2011); “Historia de la Revista del Instituto Juan Manuel de Rosas” (2013). Es columnista en “Noticias del Congreso Nacional”. Como historiador, pensador y periodista siempre se manifestó estrechamente vinculado al Pensamiento Nacional y a la Doctrina Nacional del Justicialismo. Actualmente es el Director de Cultura de la Fundación Rucci de la Confederación General del Trabajo.

 

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