28 de abril de 2024

NCN

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¿Y si estamos subestimando a Cristina Fernández? por Juan José Postararo

Tras una jornada de tensión que se suscitó tras la presentación de la renuncia del ministro del Interior, Eduardo «Wado» de Pedro, y otros miembros del Gabinete (que responden al ala kirchnerista), Alberto Fernández vivió acaso su tiempo más complejo desde que asumió la presidencia, incluso por sobre lo que deparó el COVID-19 y sus consecuencias (llámese “marchas anti cuarentenas”, “vacunatorio VIP” e incluso el “Olivos-Gate”).

Lo acontecido no escapó a la opinión de la oposición que habló de “Presidente de Cartón”, y los más reaccionarios (como Elisa Carrió o Eduardo Duhalde) aventuraron “crisis social en las calles” y “golpe de Estado”.

Esta última figura, la del “Golpe Interno”, fue la que proliferó entre los analistas y las esferas políticas. Que la mayoría de los “Ministros renunciantes” responda a la vicepresidenta convidaron a conjeturar que, post PASO, la coalición de Gobierno sintió el efecto y ahora se agrieta de manera inexorable.

Pero existe, tal vez, otra mirada del asunto. Aparecen algunos interrogantes que quedan flotando en el aire sin anclar del todo ante la teoría de “conspiración” desde las entrañas oficialista. ¿No se estará subestimando a Cristina Fernández?.

Sin caer en la “moralidad” de preguntarnos si es factible que el Kirchnerismo tan burdamente deje de lado los pilares de la democracia, que tanto se pregona o la defensa de la República, con una maniobra de desestabilización (de su propio Gobierno) por una disputa interna. Aun a riesgo de dejar a merced la posibilidad de emerger a una derecha, que espera ansiosa a dar el zarpazo para ejecutar los planes burlados al quitarles el “Sillón de Rivadavia”,  me permito bucear por otros factores.

Analicemos el escenario: Si algo caracteriza  a la ex mandataria es su mirada estratega de la política. Más de una vez sorprendió a propios y extraños con jugadas “ajedrecistas”.  Sin ir más lejos, luego de un tiempo en silencio, con futurólogos presagiando que “no volvía más” o “moriría en la soledad de lo que fuera su imperio”, reaparecía en Mayo de 2019 con un video en las redes donde anunciaba la fórmula “Fernández -Fernández” pateando, una vez más, el “tablero político” y dejando en claro que, guste a quien le guste, su ojo clínico de la política es superior al de la media.

Partiendo de ese inciso, no menor, es posible conjeturar que aquella elección (La de Alberto como candidato) no fue un “manotazo de ahogado”. No se tomó en una sobremesa. No fue de un día para el otro. Sino que acaparó un profundo análisis, de sus pro pero sobretodo de sus contras. Cristina era (es) la primera que conoce, entiende y sabe lo que implica la presidencia de Alberto.  ¿Si fue ella la que lo escogió, puede ser ella misma la que ante la primera adversidad en las urnas (Adversidad a medias porque técnicamente solo se trató de las PASO) especule para sacarlo del poder?

¿Sería capaz Cristina Fernández de sabotear la Democracia del País, por su sed de poder, en una jugada a pedir del Libre Mercado Capitalista (verdadero poder real) que se apetece por inmiscuirse en los asuntos de la Casa Rosada? Aseverar esto sería no conocer la “muñeca política” de CFK.

Dos detalles que apuntalan esta idea: entre los mensajes de apoyo que recibió Alberto Fernández durante la intensa jornada de ayer miércoles, estuvo el de Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes (acaso la más Cristinistas de los líderes del conurbano): “Intendentes/as de la 3era sección redoblaremos los esfuerzos. Escuchamos el mensaje que nos dio el pueblo. Poner los cargos del ejecutivo nacional y provincial en manos de @alferdez y @Kicillofok es fortalecerlos para que tomen las mejores decisiones” sostuvo en redes sociales.

No es una voz más. Habla de “fortalecer” y  “redoblar esfuerzos”. Acaso un oasis dialecto entre tanto alboroto. Lo segundo fue el llamado entre la misma Cristina y el Ministro de Economia, Martín Guzmán. Acto que confirmaron desde el entorno de la Vicepresidenta y no afirmaron (pero tampoco desmintieron) desde el lado del economista. “No pedí tu renuncia”, palabras mas, palabras menos le confesó la titular del Senado. Otro gesto que refuerza la teoría de que, lo del “Golpe Interno” es, cuanto menos, una mirada superflua y rápida de lo que acontece.

Picar los cimientos que la funcionaria en persona se encargó de erigir, parece un análisis que conlleva una subestimación del poder real de CFK. Resulta difícil no mirar el acto de “renuncias masivas” como una coartada del Frente de Todos (de Cristina vamos) para sacar del centro de la agenda el “coletazo” electoral o, mejor dicho, la magnitud que algunos analistas dan al resultado de las PASO. Adelantar “la ficha” y ser, ellos mismos, quienes legitimen el poder de Alberto Fernández y no dejar que sea la oposición la encargada de pedir su dimisión al cargo.

Por cierto, al margen de los comentarios que desde Juntos por el Cambio realizaron y se resumen en los primeros párrafos, las “cabezas” opositoras optaron por el silencio. Macri, Vidal o Larreta no emitieron opinión a nivel público. Bullrich esbozó que la situación es “un conflicto interno del Gobierno”. Tal vez el Senador Luis Naidenoff fue el que mejor interpretó el mensaje al hablar de “show”. Es que quizás todo sea un montaje, planeado, planificado, estipulado y con fines de consolidar un poder y no derrocarlo.

Lo que intentan estas líneas describir es que plantear la idea de un escenario de “sabotaje interno” puede ser apresurada y conlleve una subestimación para con Cristina Fernández. Para su ingenio político fundamentalmente. Aquel que le permitió hablar de una “Unidad Nacional” cuando nadie aun presentía la posibilidad de un Peronismo unificado, en pleno auge del Gobierno de Macri. Perspicacia que quizás, en esta oportunidad, busque, movilizando públicamente sus Ministros de confianza, una reivindicación del Presidente de parte de aquellos que dudaron de la misma. Sin ir más lejos recibió el apoyo de Intendentes, Gobernadores, Organizaciones Sociales y de la propia CGT.

Pudo acaso ser ésta, una abrupta “auto exposición” para que esa parte del electorado, que trajo Alberto y hoy tiende a escaparse a otras fuerzas, sienta el efecto, empatice (otra vez) con su figura y trasladen en Noviembre su renovada confianza en las urnas. Aunque más no sea para evitar que “la yegua lo saque del poder”. Dándole aire a un Gobierno que vio flaquear su poder.

Quizás, como los viejos magos, esto no haya sido más que un “juego” de luces y sombras, para desviar la atención del espectador, y perder de vista la “verdadera mano”, la que esconde el “As” correcto. Aquel que aparecerá cuando nadie se lo espera.

 

Para NCN por Juan José Postararo