26 de abril de 2024

NCN

Para que el ciudadano tenga el control.

¿Anestesia o proyecto?

Por Fernando Solanas *

Hoy la sociedad es como una pelota de fútbol que se la patea de todos lados y se la tira afuera porque no hay respuesta. Se siente sobrepasada por engaños y promesas.

Argentina hace décadas que navega a la deriva sin un proyecto estratégico. Es como un barco sin timón que no sabe adonde va y para no naufragar “surfea” las olas como más le convenga. El resultado es que los planes que se ejecutan son cortoplacistas o diseñados por los poderes mundiales y no los que la Argentina profunda necesita como las obras para evitar las inundaciones. Recordemos que en abril del 2013 se llevó cien vecinos en la Plata y la Caba.

Lo más preocupante es que la sociedad está como anestesiada: entre olvidos y desconfianzas, la resignación avanza y el país le importa cada vez menos. La política pasó a ser sinónimo de corrupción y nadie cree ni en la más grave denuncia si viene del “otro bando”. Así sucedió con la que asociaba al ministro Aníbal Fernández con la mafia de la efedrina y el triple crimen de General Rodríguez. Bastó la bendición de la Presidenta para que la gravísima acusación, como la de tantos otros crímenes, fuera desestimada por el tercio de país que todavía le cree y con su aval, el sospechado jefe mafioso ganó las internas del FpV en la provincia. La desinformación y el secretismo, como política de Estado, se han impuesto y a pesar de haberse gastado cientos de millones de dineros públicos en la campaña electoral, los grandes temas nacionales siguen fuera del debate.

Pero esto no es solo el espejo del olvido y la “anestesia”. La sociedad se siente sobrepasada por engaños y promesas. Es como una pelota: la patean de todos lados y se la tira afuera porque no hay respuesta. La campaña de las PASO mostró la disolución de las identidades políticas y la banalizacion de los debates, que fueron reemplazados por chicanas, piruetas de baile y más fútbol, anestesiando los problemas cotidianos. Los candidatos saltaron de un espacio a otro o regresaron donde estaban y la disputa por los cargos remplazó las causas y las convicciones.        El kirchnerismo se cuidó de no imponer el voto electrónico porque necesita del fraude para asegurar la continuidad del millonario negocio del poder. Los sistemas del fraude son múltiples y bien planificados en cada barrio desde que se abren las mesas, pasando por el robo de boletas, las “apretadas”, el cambio de urnas cuando se transladan y el conteo en el Ministerio del Interior que es otro contendiente de la elección. Naturalmente, el recuento siempre se demora por “caída del sistema”- y otra vez los resultados fueron el espejo de la sociedad anestesiada. Seguramente, en los cómputos de estos años hay de 2 a 4 puntos robados por el fraude del oficialismo.

Los dos candidatos mas votados se parecen tanto en sus propuestas que se podría montar un discurso único. Son hijos de prósperos empresarios que hicieron fortuna en tiempos de Menem y manejan los dos mayores presupuestos públicos del país. Los dos tratan de seducir a los grupos económicos con promesas de todo tipo. En el escenario de la impostura ninguno se anima a mostrar el país al desnudo. Hablan de la inseguridad y el narcotráfico pero no de la estructura policial que lo posibilita; dicen que no hay capital para invertir en el país, pero callan que u$s 10.000 millones se fugan todos los años por temor a una nueva quiebra; afirman que no hay recursos pero se prorrogan las concesiones petroleras por 35 años -sin canon ni licitación- que equivale a una renta potencial de u$s 400.000 millones; Scioli abandona al país de los inundados y promete mayor apoyo a las corporaciones mineras pero se cuida de no exigir que se acabe con el contrabando agravado de más de 60 metales que exportan a simple declaración jurada; Macri habla de apoyar la industria, pero nada dice de la importación de vagones y durmientes de China -cuyo gestor es su padre- ni de los acuerdos que el gobierno firmó con ella y mantienen en secreto.

La anestesia hace olvidar que nunca como en estos veinticinco años se endeudó y empobreció tanto al país y se remataron sus bienes naturales y empresas públicas; no recordamos en democracia una manipulación y degradación institucional semejante, jamás se desarrolló tanto el narcotráfico, la inseguridad y la corrupción como en estos tiempos. Fue el resultado del modelo y la crisis de la república neoliberal que desembarcó con Carlos Menen en 1989 y tuvo como antecedente el experimento de Martínez de Hoz durante la dictadura. Las fábricas y la riqueza de la tierra prometida no se mutiplicó y Argentina naufragó en la mayor crisis social de su historia. Pero a pesar del fracaso, el neoliberalismo no termina de morir y sigue anestesiando los partidos, organizaciones sociales, y entes públicos o privados. El engaño, la promesa incumplida, la traición, han impuesto la cultura de la derrota.

Las PASO demostraron la profundidad de la crisis política. A pesar de los esfuerzos por desperonizar el país, el 60% del electorado votó opciones peronistas. Por un lado el “pejota” y los oficialismos disfrazadas de peronistas y, por otro, el pueblo para quien el “movimiento” es el amplio territorio cultural desde donde resiste a la injusticia y el saqueo. Es necesario volver a Perón. Desde su muerte casi todas las dirigencias justicialistas manipularon o traicionaron su proyecto para transformarlo en la estructura de negocios de la república neoliberal.

La otra cara del bipartidismo, es el frente“Cambiemos”, la nueva fuerza neocoservadora de la derecha argentina. El PRO trituró a la centenaria UCR – Sanz obtuvo el 3,45%- y a la CC –Carrió sacó el 2,33%- pero no les alcanza para llegar al gobierno. Macri solo fue votado por el 25% y en total sacaron 31 %. En tercer lugar quedó el Frente Renovador de Massa (también transitando “la amplia avenida del centro”), una escisión del Frente para la Victoria, cuyas propuestas diseñadas por Lavagna quedaron a mitad de camino, sin tocar las rentas que nos roban y el despojo de los bienes naturales del extractivismo neocolonial.

La ciudadanía espera coherencia, ética política, acuerdos programáticos públicos y unidad. Desde Proyecto Sur propusimos la construcción de un amplísimo frente sin exclusiones, con la participación de sectores que, como nosotros, seguimos siendo peronistas. Lamentablemente, nuestra propuesta fue desoída por los compañeros y los partidos que dejó la implosión de UNEN formaron “Progresistas” con la fallida idea de un espacio “no peronista”. No comprendieron que no habrá gobernabilidad en la Argentina sin una alianza con sectores del peronismo opositor y sindical y que la democracia que viene será la de los grandes consensos. Pero esta no es la única disidencia que tenemos con los socialdemócratas del ex FAP que no plantean como prioridad la cuestión nacional, la cuestión social y la cuestión ambiental. Entre otros temas: la injusta distribución del ingreso, la recuperación de las grandes rentas de los bienes naturales -petróleo, metales, granos….-; la contaminación de las aguas y el suelo por la megaminería y el fraking; la soberanía sobre Malvinas y los 6000 km2 de plataforma marítima en el Atlántico Sur; el rescate de nuestros tribunales delegados en foros de New York y Londres y el derecho a la defensa que está cedido al arbitraje del CIADI -Banco Mundial – cuyas resoluciones son definitivas y obligatorias.

Nuestro llamado fracasó y ante la desunión, la polarización y la perspectiva de una dura derrota, optamos por no presentarnos en las PASO. El resultado nos dió la razón y demostró hacia donde conducen los cálculos errados y las visiones sectarias y soberbias: los “Progresistas” -Partido Socialista, GEN, Libres del Sur y P.S.A.- sacaron el 3,5% de los votos; los ex compañeros de U. P.-De Genaro, Cardelli y Lozano- el 0,50% y los demás partidos de la izquierda hicieron la peor elección de estos años.

Vivimos un tiempo nuevo del que surgirán nuevas fuerzas: la mayoría electoral tiene menos de 40 años y otra memoria política del país. Hay que ser generosos, convocar a los sin partido y a los que vienen de las tres grandes corrientes populares: la nacional popular –el peronismo- la republicana liberal –el radicalismo- y las corrientes sociales. Los grandes problemas del país no se resolverán en un solo mandato presidencial, sino en varios. Hay que consensuar los ejes del proyecto estratégico nacional y sus políticas de Estado a través de un pacto económico, político y social .

Volvamos a empezar pensando en el futuro, retomemos el diálogo sincero, hay un pueblo y un país que esperan un cambio seriamente pensado, tranquilo y emancipador. El legado estratégico de Juan Perón y su llamado a la unidad nacional siguen vigentes: “La unidad que propusimos fue para concretar la liberación y no para darles coraje a los enemigos de nuestra Patria. Esa unidad era y es para que el pueblo pueda hacer su voluntad sin obstáculos…”

 

* Fernando Solanas es senador nacional de Proyecto Sur por la Ciudad de Buenos Aires

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